Las fuerzas de seguridad tienen nuevas armas que les permiten tirar los gases lacrimógenos a distancia, desde 60 o 70 metros. Ayer hicieron uso a discreción de ese despliegue. En medio de la plaza del Congreso repleta de manifestantes que repudiaban el ajuste jubilatorio cayeron los proyectiles provocando la desesperación, las corridas, los empujones, las heridas y el terror. El objetivo buscado.