¡Al fin la vida se pone interesante! pensé al comprobar que no era un sueño. Todo eso que estaba en mi habitación era verdadero.
Palpé debajo de la cama hasta encontrar el celular. Revisé la galería de fotos y videos. No encontré ni un solo rastro de la noche anterior. Intenté recordar pero no hubo caso. Mi memoria era una hoja en blanco.
Con voz de ultratumba le mandé un audio a Jorge: “Cuando puedas venite para casa. Es urgente”.
-¡Esa resaca si se puede escuchar! Cuando salga del trabajo voy. No todos tenemos la suerte de estar al pedo.
- Si vas a venir a bardear ni vengas. Estoy desocupado. No estoy al pedo.
La relación entre ambos se había desgastado. El paso del tiempo, la pandemia, las diferencias políticas y demás circunstancias, dejaban ver una fecha de vencimiento bastante cercana. El pasado sostenía la amistad.
Cuando Jorge ingresó a la habitación y vio todo eso, supo que estaba en problemas.
-Tu memoria es muy olvidadiza cuando se trata de dinero… pero me querés decir ¿De dónde mierda sacaste esa montaña de billetes? -preguntó casi gritando.
-No tengo recuerdo alguno. Está semana todo pasó muy rápido. Por eso te llamé, quiero que me ayudes a recordar.
-Vengo a tu casa. Me recibís acostado arriba de una montaña de dólares, euros y pesos. Con una resaca del carajo y no sabés nada. ¿Me estás tratando de boludo? ¿Tres meses militando en política y ya da sus frutos?
-Apaga la televisión. Los que tienen guita son ustedes.
El miércoles estuve con vos. Discutimos sobre la corrupción. Me preguntaba por qué a vos te saca sarpullidos y a mí no me molesta tanto.
-¿Otra vez con lo mismo? -intentó frenarlo sin éxito Jorge.
-El jueves fui a desayunar al bar. Ya con varias respuestas en la cabeza y pensando en escribir un cuento. Mientras esperaba el café, hojeaba el diario hasta que apareció este titular: “Todos somos delincuentes”, el autor de esta frase es un criminólogo Belga llamado Franz Vanderschuren. Escuchá lo que dice.
-¿Compraste el diario o te lo trajiste?
-¡Me traje la hoja! Dice: “Para mí, un delincuente es un ciudadano. Todos somos delincuentes. Cuanta gente hay que no paga sus impuestos, que maneja con un poco más de alcohol que lo permitido, cuantos maridos o amantes tratan mal a sus esposas, o que empleador no ha tratado mal a su personal”.
-¡Me importa tres carajos el Belga ese! -respondió Jorge ofuscado.
-El viernes, cuando me desperté de la siesta, me topé con un cuento de Fontanarrosa.
-¿Y cuándo viene la parte que me contás como te topaste con esta guita?
-El cuento se llama Cambios en tu hijo adolescente y aborda con maestría los cambios físicos y de personalidad de un joven. Así como también las enseñanzas de los adultos para que pueda sobrevivir en este mundo. Escucha esta parte: “No te sorprendas mi amigo, la explicación es muy simple, él esta cada vez más parecido a ti mismo, es ya un delincuente como todos nosotros, es uno más de la banda, lo estamos integrando jubilosamente en el clan”. ¿Qué me decís?
-Que tenés material para un cuento y vas a tener tiempo de sobra en la cárcel.
-Yo lo único que te puedo decir es que estoy tranquilo…
-Demasiado tranquilo para mí gusto…
-¿Y sabes por qué? Porque todos hablan, se rasgan las vestiduras, de una manera tan hipócrita… La consecuencia hermano, todos critican la consecuencia. Nunca la maldita causa.
-¿Y con las causas te referís al sistema capitalista? -preguntó retóricamente Jorge.
-Correcto. En un sistema que asocia la felicidad con el tener, que exacerba el sálvese quien pueda. El que no llora no mama y el que no mama es un gil. Que lo importante es llegar sin importar el camino, ¿O qué otro mensaje nos dejan todas las películas yanqui?
-¿Vos nunca te quedaste con un vuelto de algún mandado?
-Si. Pero...
-¿Vos nunca le cambiaste el cartucho de la birome a un amigo por el tuyo ya vació?
-Si, pero…
-¿Vos nunca te afanaste una tiza de la escuela para hacer una rayuela en la vereda de tu casa?
-Si. ¿Pero qué mierda tiene que ver? ¿Dónde fuiste ayer? ¿De dónde salió esa guita? ¿Hiciste la denuncia?
-Antes de hacer la denuncia quiero recordar algo, pero con la panza vacía me va a costar. ¿Vamos por unas pizzas?
-Por qué no le hablas a tus familiares milicos, ellos te van a saber decir cómo actuar.
-Es lo que voy a hacer pero primero vamos llenar el buche.
-No cobré aún.
- Yo invito -dije mientras agarraba un puñado de billetes del suelo.
-Sos tan obvio. Eso no es tuyo. Es inmoral lo que estás haciendo.
-Relajá un poco, “inmoral”. Pizza y champagne para celebrar que volvimos a los noventa como te gusta a vos.
Aún después del tercer champagne mi memoria continuaba en blanco.
“Quizás la brisa de alguna playa Caribeña me refresque la memoria”, exclamé.
- Che Caribe ¿vos recordas que me debes buena guita verdad?
-Ni me acuerdo cuanto era. Agarrá lo que quieras, cobrate unos buenos intereses.
-Es lo que pensaba hacer.
-Hace dos horas era algo inmoral…
-Y lo sigue siendo, pero te conozco Maxi, sé muy bien que te vas a tomar el palo, así que prefiero recuperar lo que te presté hace añares.
-Te voy a sorprender.
-Ojala así sea amigo.
Días más tarde, en el celular de Jorge, y de un número desconocido aparece una foto, configurada para ver solo una vez. Era Maxi en una playa de ensueño con habano y cerveza. El pie de foto era una letra de Adrián Abonizio: “Hacé de cuenta que estás navegando, solo cambia el paisaje, abajo el mar que nunca se ve y arriba el cielo, el cielo raso”.
No entendió a qué se refería y cuando le quiso responder con un audio cargado de puteadas, ya se encontraba bloqueado.
Horas después, cuando la policía allanó su casa y no pudo justificar los dólares, entendió la ironía, pero ya era tarde.