Cuando parecía que se había cerrado una grieta en la Unión Cívica Radical bonaerense con la puesta en marcha de un cogobierno entre quienes disputaron la interna, se abrió otra más profunda que empezó a calar hondo en el partido centenario. Los malestares entre el presidente del Comité, Miguel Fernández y su antecesor, Maximiliano Abad, subieron de tono y terminaron con un escándalo sobre el cierre del día de la formalización de alianzas.
Como dio cuenta este medio, de modo institucional,} la UCR bonaerense adhirió al frente Somos Buenos Aires que incluye a dirigentes como Facundo Manes, pero también a los peronistas Emilio Monzó, Juan Schiaretti, Fernando Gray, Julio Zamora o Juan Zabaleta. Si bien se preveía que el acuerdo se sellara con las 4 firmas que el radicalismo había propuesto solo 24 horas antes, solo tres lo hicieron.
El diputado y representante de Abad en la mesa, Diego Garciarena, no firmó. Ante la posibilidad de una impugnación al acuerdo, versión que comenzó a correr pasada la medianoche del miércoles, desde el flamante sello aseguraron a este medio que eso no correrá. “Abad se va a cansar de perder en la Justicia”, sostuvo un dirigente de Evolución, el sector de Martín Lousteau.
El derrotero hasta llegar a la conformación del frente fue desgastante para sus actores, tal revelaron diversas fuentes a Buenos Aires/12. Las negociaciones más fuertes iniciaron el martes al mediodía y concluyeron el miércoles bien entrada la noche. Uno de los puntos de conflicto fue qué sector ocuparía la senaduría por al Cuarta sección. Ese lugar lo pretendía el diputado Monzó, pero chocó contra el poder territorial de la UCR, que en esa sección controla cinco municipios.
Más adelante, se produjo un choque de intereses en los acuerdos y órdenes que llegaban “de arriba” de chocaban con las negociaciones de “abajo”. Con todo, la disputa entre Fernández y Monzó llegó a un punto más que caliente que incluyó insultos muy fuertes, tan señalan los testigos. El expresidente de la Cámara de Diputados se fue de la escena. Pasado el tiempo y las conversaciones, el diputado regresó y decidió poner la firma de su Partido del Diálogo. Lo que parecía arreglarse, se descontroló por otro lado.
El enojo del abadismo
El abadismo comenzó a poner reparos a una serie de puntos que no estaban definidos en cuanto al reglamento electoral. Todo terminó de estallar al momento de conformar la junta electoral, es decir, poner los nombres de quienes tendrán la firma final para avalar las listas. Según revelaron, el sector de Schiaretti iba a contar con más aliados, lo que dejaban al partido centenario en una compleja situación. “Miguel Fernández entregó todo por ser senador y Domenichini por la Tercera”, lanzó un radical furioso. “Al final, Miguel es un mago: tenía que hacer el armado radical y sacó de la galera un armado peronista”, sumó.
Desde el espacio dieron cuenta de un reparto inicial de las listas que marcaba que, de las ocho secciones, solo en dos habría un radical a la cabeza, mientras que las otras se repartían entre peronistas como Zamora o Gray, el “lilito” Andrés de Leo o los hermanos Passaglia. “Esto es cualquier cosa menos un armado radical”, sostuvieron. Esos nombres no fueron confirmados y la oficialización de las listas será el sábado 19 de julio.
Por eso, el abadismo no descarta ir con la histórica Lista 3 y hasta “colaborar” con la confección de los listados del flamante Espacio Abierto para el Desarrollo y la Integración Social del exintendente de San Isidro, Gustavo Posse.
La formalización de Somos Buenos Aires ya empezó, al menos, de modo extraño. Los espacios se tomaron y difundieron fotos por separado. Por un lado Fernández y Domenichini con dirigentes aliados. Manes con Schiaretti y Florencio Randazzo por otro. Eso, sumado a las versiones cruzadas sobre la firma o no de Garciarena. Aun así, los jefes de la UCR encararon en la mañana del jueves una reunión virtual con 25 de los 27 alcaldes que forman el Foro.
Según confiaron tres intendentes de diversa extracción a este medio, el encuentro sirvió para ponerse en autos sobre el desarrollo de la alianza. Allí también exigieron a las autoridades del Comité estar presentes en los armados de las listas distritales aunque el candidato a la cabeza sea un dirigente de otro partido aliado.
“Estuvimos casi hora y media reunidos, todos hablamos y pudimos preguntar, pero nada extraño pasó”, aseguraron los alcaldes. Uno, más enojado, arremetió contra la dupla marplatense Abad-Garciarena: “Están tratando de instalar que hay caos porque ya no manejan el partido como un auto a su gusto y parecer, a lo mejor son ellos lo que se tienen que ir”.
Otra voz boinablanca aseguró que hubo “apoyo total” a la decisión de Miguel Fernández y hasta destacaron el rol que tuvo el conurbano Domenichini en la negociación. “Si impugnan, van a destruir al partido como miembro de una alianza, pero el frente no se va a romper”, agregó un conocedor del tema.
Las bajas de la UCR
A este escenario se suma la salida de la joven intendenta de Adolfo Gonzáles Chaves, Lucía Gómez, quien selló un alianza con el frente Nuevos Aires, de Gustavo Cuervo y Fabián Luayza, tal como adelantó este medio. La joven estaba contenida dentro del esquema de Lousteau. Entre sus pares sorprendió la decisión, que generó más dudas que cualquier otro sentimiento de furia. “No pasa nada, ya va a llamar para volver”, sostuvo un dirigente. “Vamos a hacer todos los esfuerzos para repatriarla”, sumó un alcalde.
Otra salida fue la del intendente de San Cayetano, Miguel Gargaglione, alineado a Posse, quien, según confiaron voces radicales, definió que disputará en el distrito con una boleta corta, lejos del armado de Somos Buenos Aires.
Finalmente, en Zárate, se produjo un hecho que podría sentar precedente para un abanico de posibilidades en otros puntos de la provincia. Allí, el comité local de la UCR decidió que a nivel local competirá en alianza con La Libertad Avanza, espacio al que adhiere el intendente PRO de esa localidad, Marcelo Matzkin.
Así las cosas, el radicalismo se mostró compacto por un lado, pero las nuestras heridas abiertas podrían desatar una nueva ola de negociaciones de cara al 7 de septiembre. Los días que restan hasta la oficialización de candidatos serán eternos y a puro rosquerío.