El anuncio de la intención de privatizar AySA por parte del Gobierno ultraderechista remite a la anterior experiencia del servicio de agua corriente cuando no estuvo en manos del Estado. En mayo de 1993, el gobierno de Carlos Menem sumó a la entonces Obras Sanitarias de la Nación (OSN) a la ola privatista, en lo que supuso el fin de una empresa creada en 1912.