Con una prosa filosa, directa y sensible, la cantante, compositora y MC uruguaya Eli Almic se abrió camino a ambos lados del Río de la Plata. Afincada hace dos años en Buenos Aires, la artista acaba de publicar su tercer disco, La llave (2025), un trabajo conceptual en el que aborda episodios dolorosos de su infancia pero a la vez logra reflexionar sobre asuntos universales, como se evidencia en "Mami". “El objeto llave me atrae desde hace mucho tiempo, así como su carácter simbólico, que es muy profundo; una cosa que habilita entrar a un mundo pero también salirse de él. Cuando escribí la canción "La llave "enseguida me di cuenta de que iba a ser una de las más importantes del disco”, explica la rapera, quien presentará el disco primero este viernes a las 21 en Casa Deriva (Castillo 834), y el 14 de septiembre en el Teatro Solís de Montevideo.
Entre el rap vieja escuela -Lauryn Hill, Ana Tijoux-, el neo soul, el jazz y elementos del trap y el reggaetón, la uruguaya ofrece once canciones que invitan tanto a hacer un viaje introspectivo como a mover el cuerpo en una pista de baile o en una esquina de la ciudad. “Me parece natural que como seres humanos necesitemos buscar algún tipo de sentido. Escribo canciones en gran parte para desahogarme e intentar comprenderme, dentro de lo incomprensible que es formar parte de un mundo que ya no tiene tiempo para reflexionar nada, ni mucho menos generar espacios para el afecto”, sostiene.
“Es súper contradictorio, porque es un mundo donde en el mejor de los casos podemos rodearnos de gente que queremos y nos quiere, pero al mismo tiempo estamos solos –sigue-. Entonces, se me vuelve recurrente divagar sobre la relación que tenemos con el tiempo, con la productividad; el para qué sirvo y qué pasa si no alcanzo cierto estándar esperable. Cómo se relaciona todo esto con mi historia, con lo que pienso de mí. ¿Elijo abordar estos temas o estoy atrapada y escribir es la vía de escape más honesta y potente que encuentro? No lo sé”.
- ¿Y cómo te encuentra este disco?
- Después de la pandemia quedé desorientada creativamente y pensé: voy a hacer un disco cuando sienta el deseo, no por mandato de nada. Venía de uno muy personal como Días Así (2020), en el que por primera vez hablé de lo mal que la estaba pasando con la ansiedad. Jamás hubiese pensado que ese disco había sido la puerta de entrada para buscar una profundidad mucho mayor. Hubo un momento en que mi vida dio un giro y lo tomé como una oportunidad de crear algo nuevo. Y me cayó la ficha: de lo único que puedo hablar ahora es de esto, lo único que puedo hacer es hacerme cargo de que los años pasan y aún hay un dolor que está muy presente, que realmente me pesa, me cincha. Si existe una solución voy a tener que entrar ahí para encontrarla, darme con eso de frente. ¿Cuál es la necesidad de reflexionar sobre el capitalismo si en realidad no estoy pudiendo conmigo? Aunque quizá “lo social” también tiene otras capas. Esta llave abre la posibilidad de tener una mirada mucho más amorosa sobre mí misma, pero también sé que las cosas que viví las vivieron otres, por lo que quizá no estemos tan solos y solas en esto. Lo personal también es colectivo, político.
- ¿Este es un disco de sanación de episodios de tu vida y tu infancia?
- Sí. En este disco decidí contar mi historia más profunda, esa que cuesta exteriorizar porque te expone; eso de por sí ya es muy sanador. No qué vino primero, si la necesidad de sanar esos episodios o la de ampliar el ejercicio de autoconocimiento que el rap significa para mí. Alguna vez escuché que esos recuerdos imborrables, los que recordamos siempre de la misma manera, tal vez tengan algún tipo de distorsión de lo que realmente fue. Por ejemplo: me dolió cierta situación o alguien dejó de formar parte de mi vida y esto afectó mi autoestima; quizá lo que yo recuerdo es tal cual, pero también podría ser un recorte de otra cosa. Me metí mucho en eso para intentar comprender, no para poner en duda esos hechos. La intención fue suavizar o, en el mejor de los casos, reparar.
- Aunque a veces se desatienda, en la cultura hip hop es común el lenguaje de los barrios bajos y el espíritu combativo. ¿Te interesa reivindicar o retomar esa impronta?
- Si bien yo no vengo de un barrio humilde, admiro la capacidad de resiliencia que tiene el hip hop. Salva vidas posta estimulando a pibes que tienen todas las chances de quedar en la calle. Que exista un lenguaje que te impulse a creer que podés ser alguien, que tu historia y lo que tengas para decir importa, y que además no estás sola es de las cosas más transformadoras que conozco. Esa resiliencia es tremendo motor para mí. El teatro tiene una potencia parecida. El rap que yo escribo dialoga constantemente con un contexto social y hasta es forjado por ese contexto. Y en los casos en que hablo de otra cosa, igualmente mis canciones acompañan ciertas luchas. No creo que cambie nunca en este sentido.
- ¿Cómo te acercaste al rap y qué cosas te permite esta forma de expresión?
- En un principio probé distintos géneros musicales, pero el rap tenía otra cosa. Una fuerza distinta, algo que para mí era más vivo que el resto de la música. Yo lo sentí y empecé a jugar con un poco de freestyle acá y allá. Tampoco es que al toque empecé a rapear posta; fue una exploración lenta, sobre todo por no conocer gente de la cultura, vivir en un barrio donde poca gente rapeaba y no tener mucho acceso a música en general. Estudié teatro varios años, por lo que el laburo con la palabra, el cuerpo y las emociones ya eran parte de mí, pero no me era suficiente sólo con ser actriz. Viéndolo a la distancia, quizá lo que me llevó a rapear -además de ser algo muy divertido, donde intuía que tenía buen ritmo y facilidad para jugar con las palabras- fue descubrir que había un lugar en el que estaba todo bien con estar enojada. El rap me permitió conocer y construir a una Eli más fuerte, más segura, canalizar la frustración y también conectar con la esperanza, cosa poco conocida para mí antes.
- ¿De qué manera incide el feminismo en tu música y en este disco?
- Incide primero desde lo que soy: una mujer que ha vivido un montón de cosas que, luego, gracias al feminismo, pudo cuestionar y modificar con mayor claridad. Al escribir desde mi sentir, pero también en relación con qué le pasaba a otras personas, es inevitable que el feminismo sea parte de mi música. Todo lo que cambia afuera me cambia a mí en algún punto. La canción "Brujas" afianzó una voz combativa distinta a otras que ya tenía; para mí no fue tan fácil hablar de eso, sobre todo porque hablar del dolor de otras es tremenda responsabilidad. Finalmente, hacer esta canción fue una oportunidad de ser parte de algo mucho más grande, que además puedo acompañar desde la música. No pensé este disco en relación al feminismo, para nada, pero estar, está, porque cuando hablo de mi viejo y de mi vieja los roles de género son bien claros.