En la última edición del Cosquín Rock, en febrero de 2025, en medio del barro de Santa María de Punilla, entre los trastos funcionales del rock estereotípico, tres nombres consiguieron un vórtice de distorsión en su propuesta. En el escenario Hangar Club MissLupe, Mabel y GABA se erigían con sus bandejas, estimulación constante y una bandera que oficiará de capa, trapo, manto y proclama: la bandera que lleva el ritmo travesti.

GABA fue a por todo con su set. La actitud de esta artista (nacida en el sur pero cordobesa por adopción) fue de headliner y la replicó en su vestuario: una pollera hecha con cortinas de pelo rubias y morochas, más una cartera haciendo juego, todo diseño de jo.vera. Arriba, un top con cintos. El impacto será visual pero también estratégico, esa melena tipo kanekalon será peinada como conjuro ante la obediencia de cuerdas rectas que representa el emblema de este evento.

“Me di cuenta del poder que tiene la palabra, no quiero quedarme solamente con lo que se ve en el escenario. Las palabras son como los hechizos, si las decís bien, hacés magia”, reflexiona GABA en una tarde de café en jarrito y pepa con membrillo cristalizado en avenida Corrientes. Chasquea las manos como un remate hacia sus respuestas, respuestas que construye entre citas propias, de sus popstars (Lady Gaga a la cabeza) y también de invitaciones furtivas: “Las travestis, el ritmo, atentando la pista, las esperamos en La Plata, Zona Roja, somos la droga intertransexual de diseño”, le comentaron en su posteo para la fecha que hará en unos días. Ahora se la puede ver bailar en un par de escenas de Tesis sobre una domesticación, la adaptación cinematográfica de la novela de Camila Sosa Villada.

Lo místico se manifiesta en ella con volumen de imperio, como aquella vez que leyendo 9 cuentos sobre mujeres imaginarias y 36 escritos antes de decir adiós, el libro póstumo de la artista Effy Beth empezó a escuchar sonidos y tuvo que sentarse a interactuar con Ableton. Gusta nombrarse como estratega, una figura que “en la Biblia era una persona que se encargaba de ver todo, llevar al poder y armar juego”.

  • ¿Dónde percibís que se valora la palabra?

  • La insistencia me ha traído muy buenos resultados. Hoy más que nunca no me permito dar batallas por perdidas. Cuando escribo soy vomitiva, pero también muy analógica, uso cuadernos, encuentro algo ahí, que todo sea atravesado por el cuerpo. A veces en los mensajes faltan carnadas, y las carnadas pueden ser muy sutiles. No me refiero al bait, mi carnada es la seducción. Me gusta el formato podcast con invitados, quiero producir otras conversaciones. La música está lógicamente relacionada con la palabra, eso también lo uso, pero a veces querés decir más. Aparte el que las interpreta es el público, no es que quiera corregir la interpretación que hagan, me encanta que piensen cosas que quizás yo no vi, pero en el arte el diálogo es muy importante.

  • ¿Cómo recibiste la invitación a tocar en Cosquín?

  • Fue un hito. Hace más de 10 años que vivo en Córdoba y desarrollo mi proyecto desde mi propio territorio. Es una oportunidad de posicionamiento. Fue loco, pero no lo salí a buscar, vino. Hasta que no llegué no dimensioné el monstruo que era. Sé que algunos artistas trabajan para que su nombre sea el más grande del cartel, pero para mí ya haber estado significó un montón.

  • ¿Qué significó poder compartir ese momento?

  • No es un dato menor haber estado con Mabel y Lupe. A mí me gusta el momento diva en el escenario, pero después no me puedo disociar. Cuando nos vimos en el backstage fue un rush muy fuerte entre las tres, si no entendés la lógica de los grandes eventos te pueden llevar puesta. Hubo mucha gente diciéndonos que somos la excepción a la regla. Quisimos manifestarnos arriba de alguna manera y decidimos ir con el formato bandera, uniendo el ritmo trance con la rave travesti. Después fui a ver el show de Dillom y vi que delante de todo estaban las banderas rockeras, y ahí entendí que eran nuestros trapos, que también podíamos tenerlos. Fue todo muy intuitivo, nosotras también levantamos nuestra historia, nuestra identidad. Quisimos traer a las que estuvieron, a las que están, a las que vienen. Dejamos una puerta abierta y que sigan pasando.

  • ¿Qué significa ritmo travesti?

  • Es un sonido que está muy ligado a la identidad, una manera de expresar a través del sonido. Es también una actitud, dar un testimonio solita con mis hermanas travestis en quienes me veo espejada. La idea de travesti esta muy vinculada con el ritmo de música que hacemos, porque nos vemos como artistas que, no sé si saliendo de la superficie pero sí usamos ese ejemplo, plantamos una bandera arriba del resto, nos estamos insertando en una industria en donde históricamente estuvieron todos, pero las travestis no. Es una manera de decir: "Yo voy a seguir acá, voy a seguir ocupando tu cabina, voy a seguir yendo a tus festivales". Es posible que hayamos sido las primeras artistas trans del line up del Cosquín. También es una forma de vivir, Buenos Aires es tan gigante que podés pasar desapercibida, pero la travesti no, esté en un pueblo o en una ciudad. Por eso ritmo travesti, porque impacta y se activa como un hechizo.

    En 2021, ya promediando la pandemia, GABA combinó su proceso de transición con el desarrollo de su proyecto artístico. Ahí apareció como un oráculo la idea de trans pop, una noción “ligada a un proceso de constante cambio". "El pop no es solamente música, es un movimiento cultural”, explica. "A mí me gusta jugar con el lenguaje de lo que se vende. Como una cajita de música que un día la miras y descubrís que tiene otra bailarina dentro, una sorpresa para los que saben mirar. Lo que hicimos de apropiar nuestro espacio y plantar el mensaje es lo mismo que hacen los tipos, ¿por qué no lo vamos a hacer nosotras? Tenemos derecho y somos más creativas. Me siento muy atrevida, creo que eso es lo más travesti que hay".

    Crédito: Matías Wonko, gentileza de prensa GABA

    • ¿En qué momento elegís la música para expresarte?

    • Mi familia biológica siempre fue muy musical. Empecé con instrumentos pero no me encontraba y seguí con el canto. Estaba en el coro de la iglesia en un lugar sumamente opresivo, y cuando me desvinculé de la religión me despegué también de la música. Tuve que valerme sola y esa parte creativa se durmió. En 2019 me empecé a vincular con la performance. Organicé una rave de despedida porque me iba a venir a vivir a Buenos Aires. Iba a poner una playlist y un amigo me dijo que bajara los temas, me dio algunas nociones básicas para pasar, me monté y abrí la pista con tres personas. Cuando estaba terminando la noche uno de los djs se dio vuelta y me pidieron que volviera. Ahí me volví loca.

    • ¿Cómo seguiste?

    • Durante la pandemia me prestaron una controladora y pude volver a conectar con la música. Tuve la idea de grabar un set, una productora me ofreció hacerse cargo de la puesta y lo hicimos en la terraza donde había pasado toda la cuarentena, la única escapatoria que tenía subiendo al ascensor y mirando la costanera de Córdoba. Entonces volví a conectarme con la música y me envalentonó a hacer la propia. Después conocí a Misslupe, estudié con ella y me abrió a nuevos mundos. Me llevó una vida poder conectarme con la música, pero estoy re agradecida.

    • ¿Qué relación tenés con la música contemporánea Argentina?

    • Siempre me costó vincularme con lo que estaba pasando hasta que me involucré como artista. Fuera de lo popular, porque del mainstream siempre tenemos una idea, se encargan de refregártelo. Hago como un diggin digital, si busco un disco tiene que aparecer, donde sea. También me acerqué a músicas que quizás no se aproximaban directamente a la que hago, como la cumbia, consumí la ola del indie cuando explotó, entendí su lógica y los nichos. Se habla de Suecia como la cuna del pop, siento que Argentina es un territorio a explotar, por diversidad, somos un espacio que se extiende tanto que permite que dentro de nichos haya otros. Es como la Suecia de América Latina en musicales. Una experiencia muy clara la viví con la Hiedrah, una fiesta que se embebe de la experiencia de club pero vomita y devuelve algo con sello argentino. En este contexto de gobierno fascista que tenemos, Argentina puede ser más protagonista del panorama. Es una tierra diezmada, invadida, también somos particulares por los consumos culturales, por más que lo quieran derribar no van a poder porque está dentro nuestro. Estamos en el momento justo para que, mientras el país sigue cayendo, lo cultural y musical en particular se eleve.

    • ¿Cómo puede suceder?

    • Los proyectos tienen que tener otras lógicas creativas sin dejar de lado el consumo. Venimos de escuelas de producción cultural lideradas históricamente por varones, abusadores, gente que oprime, que no reconoce una identidad sexual diferente a la propia, métodos limitados que se repiten. Necesitamos nuevos modos de hacer, es lo que intento, con resultados satisfactorios pero tiempos muy lentos y con un menor rédito económico. Me encantaría que deje de ser una alternativa y sea lo que la mayoría elige. En Argentina hay un estado de territorio que así como habilita la pobreza extrema habilita que lo alternativo explote. Son proyectos como el de Six Sex o Misslupe, más cercanos a nichos que se exportan por internet, por eso creo que la industria necesita un wake up. Me gustaría pensar una carta abierta a la música argentina. No están leyendo los nuevos movimientos culturales, necesitamos otros diálogos. A mí me fascina la expresión “de Argentina para el mundo”.


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