Michael Foucault publicó uno de sus primeros grandes libros, Las palabras y las cosas, en 1966 y rápidamente se agrupó con académicos como Jacques Lacan, Claude Lévi-Strauss y Roland Barthes para conformar la nueva ola de pensadores. Filósofo, psicólogo e historiador, fue creador de una obra que se ubica dentro de una filosofía del conocimiento. Y es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas y el sistema carcelario. Sus análisis sobre el poder y las relaciones entre poder, conocimiento y discurso han sido también ampliamente debatidos. Su vida académica e intelectual estuvo asociada a un permanente compromiso frente a las exclusiones y discriminaciones de la sociedad que le tocó vivir: presos, enfermos mentales, homosexuales e inmigrantes, entre otros. Tras su muerte en 1984 quedó una notable cantidad de material inédito. Ahora, Siglo Veintiuno Editores publicó El discurso filosófico, edición en español al cuidado del prestigioso doctor en Filosofía Edgardo Castro, también director de Biblioteca Clásica Siglo Veintiuno, Serie fragmentos foucaultianos.

"Hay como dos fondos documentales Foucault. Uno que es un fondo que conocemos prácticamente poco después de la muerte de Foucault, que está en el Instituto para las Memorias de la Edición Contemporánea (IMEC), un lugar magnífico. Después, hace pocos años, la pareja de Foucault, Daniel Defert, dijo: 'Miren, yo tengo 37.000 páginas, más o menos, de inéditos, que había conservado en bóvedas bancarias, y que una universidad americana quería comprar'. Por supuesto, el gobierno francés intervino para prohibir la exportación de ese fondo documental, y lo terminó comprando la Biblioteca Nacional de Francia", cuenta Castro en diálogo con Página/12. " Y eso se está empezando a editar, todo lo que es publicable. Es accesible para los especialistas. Y ahí se encontró un libro del que no sabíamos la existencia, que es El discurso filosófico", agrega Castro.

Michel Foucault, un pensador siempre vigente. Imagen: AFP
 

-¿Cómo se llegó a publicar este libro, teniendo en cuenta que Foucault había dejado dicho que no se publicara material que él no había publicado?

-Sí, hay un testamento de Foucault que escribió en el 82, en ocasión de un viaje a Polonia, que tiene dos cláusulas nada más. Una que era la muerte y no la invalidez, para que no hubiera ensañamiento terapéutico, y la otra decía "ningún escrito póstumo". Pero bueno, el derecho del lector está por encima del derecho del autor. Y en un momento comenzaron a publicarse los cursos en el Colegio de Francia, con el artificio de decir: "Bueno, miren, no estaba publicado de manera impresa, pero sí oralmente, así que todo este material lo podemos considerar, en algún punto de vista, ya publicado". Y después el impulso siguió. Y los herederos de Foucault, al cabo de tantos años, pueden tomar una decisión, y la decisión fue publicar todo el material publicable. ¿Esto cumple con la cláusula de Foucault? Claro que no. Ahora, si vos vas a poner en tu testamento "Ninguna publicación póstuma", ¿para qué dejas 37 mil páginas, muchas de ellas ordenadas, incluso libros completos escritos? Los quemás y listo. No es que eran los últimos textos que no tuvo tiempo de destruir. No, es material desde la década de 1950, y en gran medida ordenado, y gran parte de ese material publicable. Es como un doble mensaje.

-¿Se puede decir que es más el material no publicado que el publicado?

-Sí, que el publicado en vida posiblemente sí. Actualmente de inéditos hay más de diez volúmenes, y Foucault publicó en vida once libros. Depende cómo hagas la cuenta, porque hay libros que existen en español, pero no existen en francés. Pero entre once y trece libros publicados en vida, en francés once. Por supuesto, hay artículos y todo ese tipo de cosas, unos 400 artículos, pero volúmenes de inéditos ya hay más de diez, quizá trece. Hay tantos volúmenes de inéditos como libros publicados en vida.

-¿Hay indicios acerca de por qué Foucault no publicó estos escritos de El discurso filosófico, teniendo en cuenta que estaba muy activo en esa época?

-Foucault era alguien que primero tenía proyectos de libros, muchos. Ahora, no es que tenía sólo el índice, o sólo el título, sino que avanzaba en eso. Y después pasaba a otro tipo de tema que le interesaba y también hacía lo mismo. En algún momento, quería escribir un libro sobre la historia de la histeria, un título magnífico, o una tesis sobre Husserl, sobre el problema del mundo en la fenomenología de Husserl. Y esa tesis está escrita, está publicada, es el volumen que nosotros conocemos como Fenomenología y psicología. Cuando estaba haciendo eso, Foucault decidió escribir una tesis sobre la locura. Y finalmente presentó la tesis sobre la locura, Historia de la locura, y siguió por ese camino. Y era así, hiperactivo. La pregunta es cómo hacía alguien que murió a los 57 años para dejarnos ese legado intacto. Trabajaba nueve horas por día de biblioteca casi todos los días del año. Es impresionante, porque además es manuscrito mayormente. No es que tenía la computadora y hacía copy-paste. No, esto es manuscrito. Realmente es la letra de Foucault.

-¿La división en tres partes tituladas es para que el texto quede más ordenado que el original?

-Sí, una guía para el lector. Algunos títulos están puestos por los editores como indicaciones para el lector. Digo: quince capítulos es mejor dividirlos en partes, y esas partes se corresponden con los temas, porque hay como tres momentos en el libro. Uno dedicado a esta idea de discurso filosófico, otro dedicado a la relación de la filosofía con la historia de la filosofía, y otro tema, un gran tema, que es el del archivo, el archivo occidental como un archivo.

-Hay quienes dicen que este texto funciona como la bisagra teórica entre Las palabras y las cosas y La arqueología del saber. ¿Vos coincidís con eso?

-Sí, absolutamente. Es un texto que está relativizando la noción de episteme de Las palabras y las cosas, y se encamina a la noción de discurso de La arqueología del saber. Es una bisagra, y es la arqueología aplicada a la filosofía, porque en Las palabras y las cosas Foucault usa su método arqueológico, si queremos decir así, pero aplicado a las ciencias humanas. En cambio, acá está aplicado a la propia filosofía. O sea, cuáles son las condiciones históricas de posibilidad de la propia filosofía. Hay un interlocutor ahí. Foucault nunca lo dice de manera explícita, pero cualquier lector de filosofía enseguida se da cuenta que es Heidegger, porque para Heidegger la filosofía es algo que viene de los griegos. Y Foucault dice: "No, miren, el discurso filosófico, tal como nosotros lo conocemos, nos lleva hasta el siglo XVII", lo que la historiografía francesa llama "Epoca clásica". Pero está claro que es una especie de contra Heidegger. Y esa es una de las intenciones del texto.

-¿Consideras que este texto representa una suerte de eslabón faltante en la obra foucaultiana?

-Sí, une partes. Pero no es sólo un eslabón. Explora aspectos que no están en los otros libros. Por ejemplo, éste, la arqueología de la propia filosofía. Eso no estaba en los otros textos porque en los otros, el tema fundamental era las condiciones de posibilidad de la psicología, de la sociología, del análisis lingüístico. O sea, las ciencias humanas, en los términos de Foucault. Pero no había una arqueología de la filosofía.  En cambio acá, además de agregar un eslabón en el sentido de que vincula dos partes, introduce temas nuevos. Es un ensayo, no es un curso. Eso es muy importante. Tiene un estilo de ensayo, un desarrollo de ensayo. Los cursos del Colegio de Francia están atravesados por un registro oral. Acá es el estilo de ensayo, con temas nuevos.

-¿Se podría decir que el libro enfatiza en el modo en que el saber filosófico a lo largo de los siglos funcionó como una instancia de producción discursiva?

-Se puede decir eso. Y la pregunta es qué es lo que hace del discurso filosófico algo distinto de los otros discursos, pero cómo se constituye la filosofía, como decís: como instancia discursiva; por qué es distinto del discurso de la ciencia, del discurso de la literatura, del discurso de la religión. ¿Qué es lo que hace que algo así, como un discurso, pueda ser llamado filosófico? Esa es la gran pregunta. Cuando tengo que hablar del tema, digo que son como dos libros, porque una cosa es el discurso y otra cosa es el archivo, del que se ocupa la última parte del texto.

-El archivo integral...

-Foucault introduce una noción que es esta, del archivo integral. O sea, un archivo que es integralmente discursos. No hay otra cosa que discursos. Y trata de pensar una discursividad sin subjetividad. Y eso también plantea una serie de cuestiones. Primero que, por supuesto, hay una historia de Occidente como historia de un discurso, desde el archivo alejandrino a nuestros días. Pero finalmente, ¿cuál es el gran problema de este tema tan actual e importante de la Inteligencia artificial? Este, que haya un discurso que no responde a ninguna subjetividad. O como dice Foucault, discursos que sean completamente independizados de los actos de habla. Por supuesto que Foucault no estaba pensando en Inteligencia artificial. Pero los problemas que está planteando ahí están estrechamente conectados con esto, porque Foucault está pensando eso desde la instancia discursiva. Nuestra cultura es una cultura de discursos. ¿Cómo funcionan esos discursos? ¿Qué lugar tiene el sujeto en esos discursos? En todos esos discursos, ¿cuál es el discurso filosófico y por qué lo podemos llamar así? Esos son los temas. Y después hay algunos capítulos más técnicos, que es la relación entre el discurso de la filosofía y la historia del discurso de la filosofía, que pueden ser los capítulos más complicados. Los otros son, en un punto, bastante accesibles. La historia del discurso, la historia del archivo plantean temas de mucha actualidad.

-Si se lo puede asociar con la sustancia de la inteligencia artificial, es porque lo que él escribía atravesó la historia, ¿no?

-Y no solamente eso. Frecuentemente está la idea de que la filosofía tiene que tratar de realidades eternas: Dios, el alma, cosas ahistóricas. Pero Foucault, el nexo más importante que establece en el orden de los discursos respecto de la filosofía es el periodismo. Es muy interesante esto. Es decir, el objeto de la filosofía sería la actualidad, igual que el periodismo. Esto se puede leer de distintas maneras. Una de ellas es esta que acabo de decir, ese nexo. Otra es que está dando al propio periodismo un cierto estatuto filosófico. Por ejemplo, cuando Foucault lee Kant, el Kant fundamental de Foucault es el Kant que escribió un artículo periodístico: ¿Qué es la Ilustración? Eso también me parece de mucha actualidad. De un discurso que precisamente hace de la actualidad su objeto, que no es solamente un relato, porque un buen periodismo no es solamente contar cosas, sino tener capacidad de análisis, ideas, mostrar eso: la necesidad, la dificultad de decir la actualidad. Eso también me parece extraordinario del texto.

-¿Foucault redefine en estos escritos lo que hasta entonces se entendía como discurso filosófico?

-Sí, seguro. Da su propia versión en un modo muy interesante. El discurso como un discurso de diagnóstico, tiene algo del discurso médico, pero no es un discurso que te propone una terapia. Es un discurso de diagnóstico, pero no te baja línea. Es un discurso crítico, de análisis, lo cual lo saca Foucault de ese lugar donde frecuentemente se lo quiere encasillar de un lado o del otro. Algunos piensan que Foucault es el superhéroe, que no hay idea relativamente cool que no haya imaginado, y otros creen que es un archivillano, que es el culpable de todos los males de este mundo. Y no es ni una cosa ni la otra. Es un discurso crítico, de diagnóstico, en términos críticos, que no baja línea ni para un lado ni para el otro. Esto es tan saludable...Y esta actitud impregna mucho el discurso filosófico. Por eso me parece un texto importante en el modo en que uno se construye la imagen de Foucault. Hoy es eso. La extrema derecha cree que Foucault es un archivillano, y una parte de la izquierda cree que es un superhéroe. Ninguna de las dos cosas. Es un pensador crítico, y la idea de discurso filosófico es esto, de un discurso como diagnóstico vinculado con la actualidad sin propuesta de terapia.

-¿O sea que el rol de la filosofía para este Foucault es un diagnóstico del presente?

-Sí, en términos críticos. Y siempre subrayando que la actitud crítica que aplicamos a todo nos incluye a nosotros mismos, porque no puede ser que solo seamos críticos de los otros, que es lo que generalmente sucede. Un crítico tiene que empezar por plantearse su propia situación, y por eso una arqueología de la filosofía es interesante. Hacer la arqueología es parte de una tarea crítica, excepto de nosotros mismos.

-¿Y la filosofía como "medicina de la cultura" cura o da cuenta de una sintomatología? 

-No, no cura. Es diagnóstico. No es porque no haya cura, sino porque eso es tarea de la libertad de cada uno. No hay algo así como una cura que vale para todos. La verdad es que no es así. La cura en el sentido maduro está en el propio diagnóstico, pero cada uno tiene que responderse la pregunta. La filosofía para Foucault no es una ideología. No es una doctrina. Es un trabajo reiteradamente crítico. Siempre crítico. Es decir, pone en discusión nuestras propias identidades, nuestros propios límites, nuestras posibilidades. Las de todos. No es que hay un punto que me permite ser crítico con todos los demás, excepto conmigo mismo. Eso no es Foucault.

-¿Subyace en este texto, entonces, una manera diferente de entender la filosofía como se venía dando hasta entonces?

-Sí, desde el punto de vista ya de la adaptación del discurso filosófico. Además, hay temas interesantes. Por ejemplo, la idea de que el discurso filosófico es el discurso que es capaz aún de plantearse su propio fin. Sin duda eso. Y no solo. Uno puede tomar tres, cuatro conceptos porque es un texto complejo: la idea misma del discurso filosófico, la idea de archivo integral. Por ejemplo, la idea de archivo integral está solo en este trabajo. No aparece en otros textos. Al menos de lo publicado hasta ahora.