Apenas unos minutos después de que el Senado iniciara su última sesión del año, Cristina Fernández de Kirchner ingresó al recinto y se sentó en su banca. Estaba por comenzar el debate del presupuesto nacional y la ley de reforma tributaria cuando la ex presidenta pidió la palabra para lanzar una dura advertencia como integrante de la Cámara Alta: “Estamos ante una fuerte amenaza de cercenar la representación popular en el Parlamento recurriendo a métodos y procedimientos que creíamos definitivamente desterrados de la política argentina”, aseguró. Fue la conclusión de un análisis sobre el pedido de desafuero orquestado por un sector del Poder Judicial, combinado con la complicidad de algunos medios de comunicación, la actitud del gobierno de Mauricio Macri y la connivencia de  un sector del PJ. Durante su exposición, Cristina Fernández se cruzó con la vicepresidenta, Gabriela Michetti: “No me gusta nada su gobierno pero los votaron y tienen que gobernar. Y yo soy oposición porque me votaron y también tengo que ser oposición”, le señaló.

Tras asumir su banca el 10 de diciembre y luego de varias semanas de expectativa por su primera intervención, la ex presidenta rompió finalmente ayer el hielo del Senado. Durante su discurso sacudió la parsimonia con la que se venían manejando Cambiemos y el peronista Miguel Pichetto, que decidió conformar el Bloque Justicialista para excluir a los ocho integrantes del FpV-PJ. Sin hacer una alusión directa, la ex presidenta le envió un mensaje a los actores políticos y económicos que quieren disciplinarla a través de la Justicia en lo que definió como un “claro avasallamiento de la representación política institucional del país”.

Antes de comenzar su análisis político, reseñó brevemente la causa en la que el juez Claudio Bonadio pidió su desafuero. El magistrado la imputó el 7 de diciembre –el último día hábil anterior a su asunción como senadora– por traición a la patria y encubrimiento del atentado a la AMIA, ocurrido hace ya 24 años. Con una celeridad pocas veces vista, se notificó ese mismo día el pedido para quitarle los fueros parlamentarios. La ex presidenta le respondió a distintas voces de Cambiemos que pretendían constituir la comisión de Asuntos Constitucionales para iniciar el tratamiento del tema y que acusaban al kirchnerismo de tratar de impedirlo. “Cualquier cuestión, un desafuero también, puede ser tratado por el Senado con la habilitación de los dos tercios como se va a tratar por ejemplo hoy el presupuesto”, remarcó CFK y pasó a enumerar una serie de pedidos de desafuero que llevan varios años y nunca fueron tratados, aún cuando la comisión estaba conformada. Uno es el caso del salteño Juan Carlos Romero, acusado por enriquecimiento ilícito y cuyo pedido de desafuero se debió a que se negó a prestar declaración indagatoria. El otro es el de Carlos Menem, que fue condenado por contrabando de armas a Ecuador y Croacia. A ninguno lo mencionó con nombre y apellido. 

Además, CFK recordó que cuando fue senadora le tocó ocupar la presidencia de la comisión de Asuntos Constitucionales. Señaló que hubo dos pedidos de desafuero, uno de ellos a Luis Barrionuevo por la quema de urnas en Catamarca y otro al senador santiagueño Raúl Ochoa por realizar un voto doble. En el primer caso, si bien ella estaba a favor, el Senado rechazó el pedido. Casualmente, la responsable del voto en contra fue Diana Conti, calificada hoy como “ultracristinista”. La ex presidenta recordó, además, que la Justicia había solicitado en su momento el desafuero de la ex senadora por Neuquén, Luz Sapag, que también fue rechazado. “Decidimos no tratarlo porque visualizamos claramente que se trataba de una persecución política. Debo tener muchos defectos pero la incoherencia no es uno de ellos”, afirmó la ex presidenta. 

Sobre su caso particular, CFK calificó como “insólito” el pedido de desafuero por presunta por traición a la patria y enmarcó la situación en un contexto latinoamericano. “El ‘lawfare’, acuñado en Estados Unidos, habla de la utilización del aparato judicial para, articulándose con los medios de comunicación, provocar condenas previas, sin juicio a dirigentes políticos de la oposición. Hay numerosos ejemplos. Es un modus operandi, una matriz latinoamericana”, afirmó. En referencia al memorándum de entendimiento con Irán, señaló que se trató de “un instrumento público, estatal, de derecho internacional” y que requirió la aprobación del Congreso Nacional por lo que el juez también debió haber imputado a los diputados y senadores que votaron a favor. Además, subrayó que el juez Daniel Rafecas, que había determinado el sobreseimiento por “inexistencia de delito”, hoy está sometido a juicio político en el Consejo de la Magistratura. “Por esas casualidades de la vida es el mismo juez que la sobreseyó a usted por el memorándum de Qatar, el que nunca fue tratado por el parlamento”, dijo CFK dirigiéndose a Michetti (ver recuadro).

A ésta situación, la ex presidenta le sumó la presión que varios legisladores sufrieron por parte del Gobierno Nacional. Tal como publicó PáginaI12, una diputada de Chubut reveló que fue presionada por su gobernador, que a su vez fue presionado por un funcionario nacional, para que apoyara la reforma previsional. “Alguno podrá pensar que es un mecanismo extorsivo, yo creo que es algo más, es un mecanismo mafioso porque sacar una foto a alguien y amenazarlo me recuerda a las imágenes de El Padrino”, señaló CFK.

En el último tramo de su discurso, el más político, apuntó directamente contra Michetti, que días atrás había hablado sobre su llegada al Senado. Leyó parte de sus declaraciones, en las que revelaba que mantenía una “muy buena relación” con el bloque presidido por Pichetto y que su llegada ponía en duda la convivencia en “paz y serenidad” en la Cámara. “Es notable como en su gobierno el oficialismo dice qué oposición quiere. Lo dice el Presidente, lo dicen todos. Usted lo dice acá: ‘hay que ver si ella viene y quiere discutir todo’. ¡Sí! voy a discutir todo señora presidenta. ¿Sabe por qué? Por que para eso me votaron”, le lanzó. 

Luego de que por tercera vez Michetti le pidiera que terminara su discurso porque se había excediendo en su tiempo, remató: “A mí no me gusta el gobierno que ustedes hacen. Y no por eso va a dejar de ser vicepresidenta usted, ni presidente Macri. No me gusta nada su gobierno pero los votaron y tienen que gobernar. Y yo soy oposición porque me votaron. Y también tengo que ser oposición”.