Orillando el final de este año consideramos que se impone cierto racconto del devenir social en Argentina. Hemos transitado un período en el cual lo dicho y escrito desde hace mucho tiempo quedó evidenciado en las calles: la lucha de clases. Lucha de clases pura y dura aunque plagada de contradicciones como toda lucha. Comenzó el año con la brutal represión estatal a maestras, maestros y profesores en Plaza Congreso (Buenos Aires). Huelgas en las universidades por la paritaria negada por el gobierno nacional. Clases públicas en plazas de Rosario. Asambleas con docentes y estudiantes. Lucha con matices; marchas y contramarchas.
Las cartas sobre la mesa y los burócratas y cagatintas, como siempre, con naipes marcados. Violentas incursiones de tropas federales en comunidades mapuches‑tehuelches de la Patagonia. Desaparición forzada del joven luchador social anarquista Santiago Maldonado. 78 días de angustia y vigilia; la aparición de su cuerpo sin vida en el Pu Lof en resistencia de Cushamen, Chubut.
Cortes de calles. Múltiples marchas y actos de denuncia del terrorismo de Estado. Obscenas exhibiciones de las cabriolas y manejos pro patronales de la CGT. El sistema del capital mercancía al palo. El festival electoral de por medio; mostrando la funcionalidad de la servidumbre voluntaria y sus efectos letales. Tarifazos en los servicios. Otra incursión federal, esta vez, en la comunidad Winkul Lafken de Río Negro. Mujeres y hombres heridos. El asesinato por la espalda del joven mapuche Rafael Nahuel.
Como colofón, las manifestaciones de protesta del mes de diciembre. El Parlamento acorazado con vallas y esbirros del capital y el Estado a tiro limpio. La secuela de heridos y detenidos que aún permanecen prisioneros.
Transitamos un año en el que la vivencia cotidiana ha sido la angustia por padecer un sistema que aliena. Con certeza ponderable nos encontramos en las calles, cuestionando, poniéndole el cuerpo a nuestros dichos y a nuestros escritos. Confraternizando con compañeras y compañeros del 2001 y otros más recientes. Aprendiendo que toda vida verdadera y con sentido es encuentro.
Pasando de las palabras a los hechos. De la reflexión a la acción.
Muchas veces conmovidos. Es decir moviéndonos juntos.