El año termina con una noticia tristísima para el teatro: de no llegar a un acuerdo con el dueño del inmueble que alquila, mañana la mítica sala Liberarte deberá cerrar sus puertas, dejando atrás treinta años de actividad cultural. Sucede que en el último tiempo, el espacio ubicado en Corrientes 1555 cambió de propietario y el nuevo solicita una cantidad de dinero por el alquiler que, sumado a los aumentos de impuestos, resulta imposible abonar. Esta semana hubo una movilización en la puerta del teatro e incluso los responsables de la sala recibieron llamados de legisladores porteños dispuestos a ayudar. Pero la fecha es muy próxima y hay fuertes dudas sobre la continuidad. Este inminente fin se suma al del Teatro del Abasto y ElKafka, dos salas independientes que, por distintos motivos, también bajaron sus telones en las últimas semanas. 

Liberarte abrió sus puertas en 1987, en un momento en el que la calle Corrientes, hoy superpoblada de salas comerciales y oficiales, era bastante distinta. Hasta 2002 fue dirigida por Juano Villafañe, quien luego se fue a la dirección artística del vecino Centro Cultural de la Cooperación, dejando al teatro en manos de Ricardo Miguelez, responsable junto a su equipo hasta hoy. Se trata de una de las salas más emblemáticas del circuito off porteño, declarada de interés cultural por la Ciudad de Buenos Aire en 1998. “Es un mítico bastión del circuito independiente, donde no sólo se hace teatro sino que se llevan a cabo diversas manifestaciones culturales de gran calidad”, cuenta a PáginaI12 Miguelez, que en su sala da espacio a la danza, a la música, a las artes plásticas y a la literatura.

Lo que el nuevo dueño pide por el alquiler es el triple que lo que los responsables del espacio vienen pagando en el último tiempo. “Es imposible de pagar, realmente no podemos. Esto es teatro independiente, nuestra entrada es barata porque no podemos cobrar 500 o 600 pesos como en el teatro comercial. Nosotros no somos empresarios sino directores de sala y lo que queremos es que nadie se quede sin entrar por no poder pagar”, relata el director artístico.

Convocada por los propios elencos y alumnos del espacio, el miércoles se realizó en la puerta de Liberarte una movilización para impedir su cierre. Asistieron actores, directores, técnicos y vecinos de “la calle de los teatros”, comprometidos con la defensa del lugar. “Ya estaba dispuesto a irme porque realmente no hay forma de poder pagar, pero ese día vi cómo la propia comunidad tomó al espacio como propio y me dio fuerzas para seguir. Se juntaron 800 firmas que la semana próxima vamos a entregar a la Legislatura y ahí veremos qué se puede hacer, aunque con una fecha tan inminente es algo muy difícil de pensar”, dice el teatrista, a la espera de una solución para dar continuidad al lugar.