Hijos de la democracia, eran nenes o adolescentes cuando el 2001 se llevó puesta la estructura política nacional. Bautizados políticamente post 2003, incluso post 125, Brenda (22), Patricio (29) y Maximiliano (31) hoy son militantes y referentes de espacios juveniles políticos, estudiantiles y sindicales. Pertenecen, y en parte representan, a una generación caracterizada y sobreinterpretada hasta el hartazgo. ¿Millennials? Los tres son de los tantos pibes y pibas que estuvieron presentes en las movilizaciones del 14 y 18 de diciembre de 2017, en las que muchos vivieron su primer cara a cara con la represión estatal. ¿Qué se jugó esos días en la calle, desde su mirada? ¿Cómo encara esta generación la amenaza de la represión indiscriminada? ¿Por qué decidieron salir a poner el cuerpo?

Patricio Liddle milita en Nuevo Encuentro y es responsable del Frente Estudiantil de ese partido en la Ciudad de Buenos Aires. Estudia economía y es parte de la camada de jóvenes kirchneristas que hasta hace dos años entraba una vez por mes a los patios de la Casa Rosada, podía ir en ojotas a los actos políticos y no conocía de gases lacrimógenos ni balas de goma. Maximiliano Andreadis es delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires y es referente del sector juvenil del gremio. El 14 de diciembre ambos vivieron, al igual que gran parte de sus compañeros, su primera represión en una protesta social. 

–¿Cómo vivieron la jornada del 14 de diciembre?

Patricio: –Tuvimos una sensación de desprotección que no habíamos sentido nunca en la calle. Si bien contamos con cierta organización previa sobre cómo reaccionar si llegaba a pasar algo, la situación nos sobrepasó. Varios compañeros entraron en pánico y la desorganización fue muy grande. Pero si bien había un sentimiento de angustia y tristeza entre la militancia, no existía un miedo paralizante. Que el lunes 18 la movilización haya sido aún más grande muestra una falta de miedo enorme en las organizaciones, pero también en la gente de a pie. Y eso es algo que nos marcó mucho a todos.

–¿Qué repercusiones generó esa experiencia en la militancia?

Maximiliano: –Nos cambió el esquema de cómo vivimos la militancia, el estar en la calle. Nos llevó a implementar medidas nuevas como el poner postas sanitarias, llevar limones y pañuelos para los gases, tener el contacto de abogados y hacer listas de todos los asistentes para confirmar que lleguen bien de vuelta a sus casas. No creo que sea miedo lo que generan esas situaciones, es angustia. La violencia supera cualquier nivel que uno pudiera haber imaginado.

Patricio:– A nosotros también nos hizo cambiar el chip en varios sentidos. Por un lado, el lunes 18 nos encontró mucho mejor organizados. El jueves una compañera llevó limones para aliviarnos de los gases, pero enteros. El lunes ya los llevamos cortados (risas). Pero sobretodo, lo que pasó el 14 nos llevó a un proceso de reflexión política, que todavía no culminó, sobre cómo caracterizar el escenario político actual. 

–¿En qué cambió su interpretación?

Patricio:–Lo que pasó puso en jaque la idea, que estaba muy latente, de que el macrismo era una nueva derecha democrática y de que existía una nueva hegemonía. Bueno, lo que vimos es que no existe tal cosa. El macrismo necesitó poner a las fuerzas represivas del Estado para garantizar una votación para la que tampoco tenía los votos, tuvieron que sentar a diputados que no habían jurado, apretar gobernadores, utilizar todos sus esquemas más sucios para sacar una reforma que era rechazada fuertemente, dentro y fuera del Congreso. 

–Si el Gobierno no tiene hegemonía, entonces ¿cuál es el escenario?

Patricio: –La sintonía que se dio el jueves 14 entre lo que pasaba en la calle y adentro del Parlamento, esa unidad del campo popular de los dos lados de las vallas, que logramos que se de por primera vez en estos dos años de macrismo, desestabilizó al Gobierno. Lo que hay no es hegemonía, es un clima de tensión constante y eso abre una nueva etapa para estudiar. 

Maximiliano: –Lo que también queda claro a esta altura es que el Gobierno sabe de la existencia de una generación de militantes que no está dispuesta a quedarse quieta. Generación que nunca vivió esto y a la que se trata de quebrar constantemente. No es casualidad que Santiago Maldonado tuviera veintipico de años, o Rafael Nahuel. Lo que quieren es corrernos de escena y quebrar nuestras convicciones. Y lejos de lograrlo, solo nos fortalecen y generan más organización y compromiso. 

-En este aprendizaje sobre cómo es manifestarse en un contexto represivo, ¿qué rol juegan las y los compañeros de generaciones anteriores? ¿Hay una transmisión de saberes? 

Patricio:–Sí, sin dudas. Hay un ida y vuelta constante. Aunque no creo que el bagaje de experiencia de militancia que tienen esas generaciones sea cien por ciento aplicable hoy. No se puede estar preparado para salir a la calle hoy con la misma cabeza que en los ‘90, o antes. Hay muchos elementos que cambiaron, por ejemplo como juegan hoy las redes sociales. Lo importante es generar síntesis entre todas las camadas y aprender de esas experiencias.

A Brenda las represiones del 14 y 18 de diciembre la encontraron más curtida. Milita en la juventud del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y en la agrupación de mujeres Pan y Rosas. Vive en la Ciudad de Buenos Aires y es presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Aunque su primer encuentro con esa faceta del Estado fue en 2014, en el conflicto de la autopartista Lear, la magnitud del despliegue policial de diciembre la sorprendió. 

–¿Cuál es su lectura de lo que pasó en esas jornadas?

Brenda: –Fue una de las experiencias de lucha más importante de los últimos años. Se vio toda una fuerza espontánea que salió a pelear, en la que los trabajadores fueron protagonistas y demostraron que se puede enfrentar al macrismo en las calles. Si bien sorprendió la cantidad y diversidad de efectivos de fuerzas de seguridad, hay que entenderlo en el marco de la escalada represiva. Se acaban de cumplir cinco meses de la desaparición de Santiago Maldonado, todas las movilizaciones que hubo fueron duramente reprimidas y con detenciones arbitrarias. A eso se sumó el asesinato de Rafael Nahuel en manos de un policía que al día de hoy no sabemos quién es, ni sabemos quién le disparó a Raúl Godoy, diputado provincial neuquino del Frente de Izquierda, al que le destrozaron la pierna. Todo eso fue sentando precedentes. En estas jornadas también se vio que el kirchnerismo y el peronismo tienen una estrategia cómplice y a la vez impotente con el Gobierno, porque no lo están enfrentando como podrían hacerlo. 

–Sin embargo, los dos días se vio una cierta unidad de acción, tanto en la diversidad de organizaciones presentes en la calle como dentro del Congreso. ¿Creen que esa unidad puede seguir funcionando, por ejemplo frente a la reforma laboral que se viene?

Brenda: –Depende. Se demostró que sí hay fuerzas para resistir y enfrentar el plan de ajuste del gobierno, ahora lo que falta es una coordinación de todas esas luchas que se vienen desatando. Es un debate que hay que dar dentro de todas las organizaciones. Muchas fuerzas dicen enfrentarse al gobierno, pero en los hechos se ven diferencias claras de estrategias sobre cómo hacerlo. 

–¿Cuál creen que es el rol de su generación en este escenario histórico?

Patricio: –Tenemos un desafío importantísimo que es lograr que la unidad que se expresó el otro día en la calle crezca y continúe en cada una de las paradas en que nos toque enfrentar el ajuste durante este año. No hay 2019 sin 2018 y la mejor manera de llegar a eso es que la juventud aporte a esos esfuerzos por lograr la unidad y poner el eje entre ajustados y ajustadores.  

Brenda: –Los estudiantes y los jóvenes trabajadores que sufrimos todas las miserias de este sistema no nos tenemos que resignar a esa miseria de lo posible, si no que tenemos que organizarnos y es fundamental la unión entre estudiantes y trabajadores. Hay que dejar de esperar a las urnas o directamente romper con las agrupaciones que son parte del gobierno. Es importante recuperar todos los centros de estudiantes y federaciones que en este momento no están en la cabeza de las luchas y eso también es tarea de los estudiantes. 

Maximiliano: –Creo que lo adverso del contexto lo vuelve inmejorable para seguir construyendo y organizándonos. Tenemos la responsabilidad de que, de todo lo malo que está pasando, salga algo bueno. Nuestro compromiso tiene que ser salir a la calle, de forma orgánica, ordenada y cuidándonos. 

Informe: Inés Fornassero.

Dafne Gentinetta
Patricio, de Nuevo Encuentro, y Brenda, del PTS, coincidieron en resaltar la importancia de la movilización.