El Banco Central decidió reducir en 0,75 puntos la tasa de interés de referencia. De este modo, la ubicó en 28 por ciento anual. La caída no alcanza a compensar el aumento de 2 puntos de principio de noviembre. El anuncio de la autoridad monetaria era una de los elementos más destacados del mercado. Se descontaba una caída de la tasa pero el gran interrogante era cuánto la iban a hacer disminuir. En la city consideraron que la caída no fue importante y frenaron las presiones sobre el dólar. El tipo de cambio minorista cerró en 19,31 pesos, con una baja de 3 centavos. Los operadores del mercado apostaban por una disminución de la tasa de 1,5 puntos, el doble de lo que fue. Para muchos es una señal para volver a aprovechar el negocio de la bicicleta.

La entidad a cargo de Federico Sturzenegger argumentó la decisión a partir del cambio de las metas de inflación para 2018, que pasó de 10 a 15 por ciento, tras una decisión del Poder Ejecutivo que puso en jaque la independencia de la entidad. “En la última semana de 2017 se anunció el diferimiento de la meta de inflación de largo plazo (5 por ciento anual) al año 2020, y nuevas metas intermedias de 15 por ciento para 2018 y 10 por ciento para 2019. Ese sendero es ahora el nuevo objetivo de la política monetaria del Banco Central”, detalló el organismo. Agregó que “naturalmente si se busca una menor velocidad de desinflación que la planeada originalmente, corresponde un sendero de la política monetaria menos contractivo que el que antes se preveía”.

En el comunicado, el Central intentó mostrar que conserva cierta independencia de la autoridad monetaria. Aseguraron que “la moderación en el sesgo sólo podrá sostenerse en el tiempo en la medida en que la evolución de la desinflación sea compatible con la trayectoria buscada”. El Central sigue sin reconocer que ya no toma las decisiones de tasa de interés, tras haber fallado en su estrategia monetaria para bajar los precios. En el equipo económico se convencieron que es mejor una tasa baja que le de algo de aire a la economía este año, en lugar de insistir con rendimientos cercanos al 30 por ciento, que no bajaron la inflación pero le pone trabas a la actividad. Otro de los puntos es que entre los economistas del Gobierno consideran que seguir apreciando en términos reales el dólar, debido a las tasas altas, ya no era sostenible para la economía. 

El organismo monetario intentó mostrar cierta fortaleza, indicando que negoció con el Tesoro un menor nivel de asistencia financiera para los próximos años. “Las transferencias del Banco Central al sector público se reducen en términos nominales en 2019 a la mitad respecto de lo establecido para 2018. Para los años siguientes está definida una regla automática no vinculada a la tasa de inflación sino al crecimiento real de la demanda de dinero”. Pero es muy difícil explicar la situación del Central, que hasta hace unos días insistía que la tasa no podía bajar para no afectar las posibilidades de “desinflar” la economía este año. El gap de credibilidad, lo sabe cualquier banquero central del mundo, es imposible de remontar.