Un grupo de científicos pudo obtener por primera vez pruebas directas de la reducción del daño en la capa de ozono, a través de instrumentos diseñados por la NASA. Los datos muestran una reducción significativa en los niveles de clorofluorocarbonos (CFC), lo que habría provocado una reducción de cerca del 20 por ciento en el deterioro de la capa de ozono. “Hemos podido ver claramente que el cloro de los CFC se está reduciendo en el agujero de la capa de ozono, y que la pérdida de ozono se está frenando por ello”, declaró Susan Strahan, responsable del proyecto en el Centro Goddard de Vuelo Especial de Greenbelt (Maryland). El año pasado la NASA informó que el tamaño del agujero en septiembre había sido el más pequeño desde 1988, con una extensión máxima de 19,6 millones de kilómetros cuadrados. El agujero en la capa de ozono se detectó en 1985 cuando el reflejo de la luz del sol implicó reacciones que incluían formas químicas activas de cloro y bromo creadas por el ser humano. El ozono actúa como una capa protectora natural a altas altitudes ante las radiaciones ultravioletas dañinas para los humanos y las plantas.