Atrás

No son errores ni excesos, no es un paso atrás para avanzar dos; es volver a tiempos anteriores a Yrigoyen.

Menos democracia, menos república, menos dignidad, menos bienestar, menos soberanía nacional, menos educación para el futuro. Para que los negros no se capaciten, para que los pobres ganen poco, para que no produzcamos nada con valor sino solamente materias primas.

En aquellos 50 años anteriores al gobierno radical se intentó una vasta operación de cambio cultural de las masas populares. Se exterminó a una buena parte de la gente que no se adaptaba al limitado progreso que quería la oligarquía, se promovió una amplia inmigración para sustituir a ese pueblo que no votaba oligarcas unitarios ‑entre los que llegaron, beneficiándose, muchos de nuestros ancestros‑ y montaron un dispositivo de concientización y adoctrinamiento intrincadamente mezclado al de la educación positivista.

Cal y arena, una buena y una mala. Hoy ni siquiera eso, ya que la manipulación de conciencias se realiza con prensa basura, TV de baja calidad y periodistas mercenarios ‑herederos degradados de aquellos alquilones cagatintas que denunciaba, cuando lo hicieron a un lado de sus sucios escamoteos, el propio Sarmiento‑.

Mercenarios periodistas que, a diferencia de la esforzada e idealizada maestra de "Campana de palo", reciben mucho más dinero que aquellas docentes, y son promovidos a la fama por mecanismos de construcción de prestigio por encargo muy interesados y sesgados. Pero no enseñan a sumar ni a leer, sino que su objetivo es lavar cabezas.

En síntesis: nos quitarán dinero y trabajo, nos negarán dignidad, nos quitarán la cultura, y nos lavarán la cabeza, pero por adentro. Para que aceptemos cuando apalean a nuestro amigo porque ha de andar en algo raro, para que disfrutemos que el vecino se queda sin trabajo, para que los más pobres que nosotros no vengan a los lugares donde estamos, aunque nosotros no podamos ir a donde están los ricos verdaderos.

Para que nos conformemos con una pileta pintada, para que vivamos una matrix de realidad dibujada, y para que disfrutemos de la vida ‑en suma‑ sola y exclusivamente a través de éstos, nuestros representantes.

Sergio A. Rossi