de ti, como lo hace esta mosca,

para captarte en toda tu extensión

redonda (tierra al fin),

verdirroja,

brillante, suavemente

perfumada.

Habría que clavarte los dientes

después para saberte

crujiente,

pulpa agridulce que da ganas

de tragar.

Y habría que alejarse y regresar

de pronto, distraído

de todo,

para sentirte oculta,

reposar en tu forma.

Rotunda, irrefutable,

inequívocamente modelada 

por la luz sobre el plato

escuetamente blanco,

qué opulencia despliegas simplemente

por ser así:

                 manzana,

y no la nada. 

(de Poemas 1960-1980)