El Bitcoin sigue mostrando una fuerte volatilidad en los precios. Esta semana llegó a marcar una caída del 50 por ciento respecto a sus picos históricos. Es decir, pasó de 18 a 9 mil dólares por moneda en menos de cinco semanas. Uno de los elementos que generó esta caída, que en el mercado de activos criptográficos se conoce como crash, fue un anuncio de China para controlar a las exchange, es decir casas de cambio que compran y venden distintas criptomonedas.

La caída del Bitcoin se acompañó por la pérdida de valor de otras criptomonedas. Hubo algunos inversores con mucha cantidad de Bitcoin que perdieron fortunas en unas pocas horas. Pero sobre el cierre de la semana las monedas virtuales volvieron a ganar una tendencia ascendente. El Bitcoin volvió a subir por arriba de los 11 mil dólares, cuando a inicios de 2017 cotizaba en mil dólares. Otras de las monedas que recuperaron terreno fue Ripple, donde algunos bancos tienen posiciones. Esta moneda había anotado un pico de 3 dólares, pero el crash de mitad de semana la llevó a 0,8 por ciento. Pero a partir del jueves recuperó precio y volvió a ubicar en torno de 1,5 dólares.

Los inversores se mantienen firmes en el mercado de criptomonedas, pese a distintas  advertencias de economistas que aseguran que es una burbuja. Algunos incluso llegan a comparar el Bitcoin y otras monedas virtuales con la fiebre de precio de los tulipanes holandeses, que alcanzaron precios altísimos para terminar con un valor cercano a cero. Pero hace años que se escuchan estas advertencias y el precio de las criptomonedas en lugar de desplomarse termina, más allá de la volatilidad, subiendo.

La tecnología que funciona detrás de las criptomonedas es prometedora, se empieza a enseñar en distintas universidades del mundo y promete un cambio cultura y de gestión en distintas áreas como la financiera, salud, educación y administración pública. Esta tecnología se llama “cadena de bloques” y promete seguridad, bajos costos de transacción y hace innecesario la existencia de intermediarios. Los bancos y certificadoras podrían ser los grandes perjudicados de esta innovación.