La petrolera Shell donde trabajaba el actual ministro de Energía, Juan José Aranguren, volvió a subir las naftas. Ya las había aumentado en octubre y diciembre. Así, en total, el precio de los combustibles trepó 24 por ciento desde el día después de las elecciones legislativas del año pasado. En sólo tres meses y medio, las naftas aumentaron lo mismo que el promedio de los precios en un año, ubicando el litro de nafta en Argentina como el segundo más caro de la región, sólo detrás de Uruguay, un país que no posee hidrocarburos propios. La brutal suba de los combustibles se produjo luego de que el gobierno decidiera liberar el precio de las naftas, dejando su determinación en manos del mercado. 

La falta de competencia del mercado de hidrocarburos se puso en evidencia en el hecho de que las empresas del sector acordaron postergar los aumentos hasta el día después de las elecciones, para no perjudicar electoralmente al oficialismo. Una clara demostración de que las empresas petroleras tienen capacidad de fijar precios, hasta el punto de regularlo según sus preferencias políticas. Respecto al último aumento de las naftas, el jefe de gabinete, Marcos Peña, salió a respaldarlo al señalar que “los costos son los costos y tenemos que vivir con eso. Aumentó el precio del petróleo a nivel internacional, eso es un dato objetivo y no lo podemos negar”. 

Lo que le faltó comprender a Peña es que así como “los costos son los costos”, también “el precio internacional es el precio internacional” y la vinculación entre ambos no tiene más fundamento que la política del gobierno de hacer “converger el precio local con el internacional”, especialmente cuando el internacional está en alza. 

Para analizar si existe alguna vinculación entre el precio internacional del petróleo y sus costos de extracción en Argentina, vale analizar los balances consolidados de YPF de 2015 y 2016, los últimos con información completa disponibles públicamente. Tomando en cuenta los costos informados por la empresa (excepto “depreciaciones de propiedades, planta y equipo” y “amortización de activos intangibles”, que suelen usarse para disfrazar ganancias como costos), el costo de producción de un barril de petróleo fue de 31 dólares en 2015 y 27 dólares en 2016. Si se incluyen los gastos administrativos, de comercialización y exploración, el costo total por barril sube a 41 dólares en 2015 y 34 dólares en 2016. Mientras tanto, el precio internacional del petróleo (WTI) fue de 48 dólares en 2015 y 43 dólares en 2016. 

Mientras el precio internacional del petróleo subía, el costo en dólares de producirlo en Argentina bajaba por el efecto de la devaluación con que inauguró su mandato Mauricio Macri. Una muestra clara de que no hay ningún fundamento para que en los consumidores en el mercado local paguen el petróleo que se extrae en el país como si viniera del extranjero. Aumentar el precio de las naftas porque subió su precio internacional, es despojar a los argentinos de su riqueza petrolera para convertirlos en extranjeros en su propio país.

@AndresAsiain