Querido Carlos:

No soy abogada, y no puedo explicar en derecho los motivos de tu prisión. Sólo puedo decir que estos cuarenta años de lucha incansable por encontrar a todos los nietos y nietas apropiados por el terrorismo de Estado, me han enseñado que la justicia muchas veces no coincide con las leyes, y menos aún con la aplicación que de ellas hacen algunos miembros del Poder Judicial que nunca han sido independientes del poder de turno, sea este de los militares, de grupos empresarios o de los grandes medios de comunicación.

Es una verdad que vos conocés bien, porque por aspirar a una sociedad más justa fuiste encarcelado, también, por la dictadura que asesinó e hizo desaparecer a nuestros hijos e hijas, y se apropió de sus bebés, nuestros nietos y nietas, que hoy, y desde hace cuarenta años, buscamos.

En este camino siempre recibimos un apoyo generoso de tu parte, no sólo porque integrabas, como funcionario, un gobierno que hizo de la Memoria, la Verdad y la Justicia, pilares de tu su política de Estado, sino porque tus profundas convicciones personales te llevaron a estar cerca nuestro, impulsando la búsqueda y alegrándote ante cada abrazo nuevo de los 127 encuentros que pudimos celebrar.

Tengo la convicción de que los padecimientos a los que estás siendo sometido van a terminar, más temprano que tarde. Estos 40 años aprendimos que la justicia y el bien triunfan porque ambos son caros sentimientos de la sociedad argentina que, a diferencia de las serviles burocracias judiciales, siempre ha sabido hacerse oír frente a los atropellos de los poderosos.

Que mis palabras te den fuerza. Abrazos.

* Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.