La combi hacia la costa partió temprano, bien temprano para mí, desde la embajada francesa. con los pasajeros, algunos nos conocíamos de mentas, pero el pase colgante con nuestros nombres facilitó nuestros lentos despertares. Íbamos hacia la noche de las ideas, con parada en Ostende, donde celebraríamos, si eso cabe, los cincuenta años del Mayo Francés: la imaginación al poder, debajo de los adoquines etcétera. Intelectuales, artistas, editores, periodistas, hoteleros, gestores, público, todos yendo a ese respiro espiritual que serían las noches de las ideas, aunque empezaran a las 4 de la tarde; ambiente muy relajado, buena convivencia, risas entre los socios de esta aventura, con Saint Exupéry, Bioy y Macedonio sobrevolando al viejo hotel. Las cosas que tienen que haber pasado en estas décadas para que funcionarios de hoy conmemoren, hoy, una revuelta de obreros y estudiantes enfrentando a la represión. Siempre habrá lugar para el hecho burgués del país maldito. Pero medio siglo facilita la reflexión, y se reflexionó, con pruebas, documentos, afiches y se aggiornó el tema, así que ya estamos preparados para recibir a Mayo. Al mayo argentino, al menos. Así y todo, se habló mucho del presente y del inmediato presente blackmirroriano, y también evadimos hacia fábulas, poesías, ciencia, y hasta concursos con libros como premios. Las noches siguieron en Mar del Plata, y ojalá sigan siguiendo en muchos lados. Como invitado fui a otear. y en Ostende oteé, y dibujé. estas postales.