Agustín Lucas tiene 32 años que parecen muchos más cuando se repasa su intensa historia. Es futbolista, jugó siempre de seis, pero en realidad es un entusiasta polifuncional: poeta, trotamundos, defensor de las causas populares, líder sindical si las circunstancias lo imponen, ideólogo del libro Pelota de papel, escrito por futbolistas, y muchas cosas más. Todo un personaje este uruguayo hasta la médula, que parece salido de una semblanza de Osvaldo Soriano y que vale la pena conocer, café de por medio.

En el almacén y bar donde estamos (Lo de Silverio, en Roselli y Rius y 4 de julio, muy cerca del Centenario) se fundó el club Miramar, que después se fusionó con Misiones. 

En Miramar Misiones, precisamente, empezó el “Caballo” (así lo apodan) su carrera futbolística, al lado de Palito Pereyra y Papelito Fernández. Después pasó por Wanderers, Cerro Largo, Deportivo Jalapa de Guatemala (“siete meses sin cobrar”), el Deportivo Anzoátegui de Venezuela (“un equipo chavista en el que, cantábamos el himno antes de cada partido”), Sudamérica (“ahí fui el capitán y salimos campeones de la B”), Comunicaciones de la Argentina, Liverpool, otra vez Miramar (“ahí convertimos la cantina en una especie de centro cultural”) y Albion, el primer club del Uruguay, anterior incluso a Nacional (“el año pasado ascendimos de la C a la B y ahora me dieron el pase libre”). 

Entre patada y rechazo (dicen de él que es un recio defensor, muy metedor, con mucha técnica y visión de juego) hizo dos programas de radio: Vagabundo y errante y Monos con gilete, armó un blog que llamó Tapones de Fierro y empezó a colaborar con el proyecto “Nada crece a la sombra”. Se trata de una ONG nacida durante la campaña contra la baja de la edad de la imputabilidad de los menores, en un plebiscito que ganaron 52 a 48 por ciento los propulsores del NO. “Hay psicólogos, músicos, artistas, sociólogos, escritores, poetas y futbolistas que trabajamos con los presos en las cárceles. Nos solventamos con algunos fondos externos, un poco de subsidio del Ministerio del Interior y los derechos del libro Pelota de papel”. 

Lucas tuvo un papel protagónico en la movida de los futbolistas uruguayos que se conoció como MUQN (Más Unidos Que Nunca) y que terminó en diciembre último con la intervención en la Mutual de Futbolistas Uruguayos, un equivalente a Futbolistas Argentinos Agremiados. Los jugadores lucharon por un cambio en los derechos de imagen, en contra del acuerdo entre el sindicato y la empresa Teinfeld. Su argumento era que cobraban 325 mil dólares anuales, una miseria comparados con los 45 millones de dólares anuales que embolsaba la empresa televisiva. Diego Lugano fue una de las caras más visibles en la lucha junto con Lucas, quien leyó una proclama en reclamo por los derechos, en una multitudinaria marcha de jugadores que aceleró la definición del conflicto. Ahora llamaron a elecciones anticipadas que se celebrarán dentro de seis meses. Lucas dice que no aspira a ningún cargo directivo en ninguna lista y aclara que por ser jugador de la C tampoco puede ser afiliado directo. La rebelión de los futbolistas, que obligó a suspender dos fechas del torneo local, volvió a poner de relieve la figura de Obdulio Varela que fue el fundador del gremio, en 1948. “Y ese fue otro de nuestros grandes triunfos, el de recordar como corresponde a Obdulio”, dice, con orgullo, Lucas.

Durante el conflicto se reunieron una vez con el Pepe Mujica, por quien tiene un respeto reverencial. “Cuando ganó las elecciones el Pepe yo lo vi llorar a mi viejo, ¿sabés lo que es eso?”, se emociona y cuenta que su padre, que era tupamaro y estuvo ocho años en cana, hoy tiene un puesto oficial como representante de cultura en las cárceles. “Cuando nos reunimos con el Pepe nos recibió arriba de un tractor en la chacra. Cebó unos mates, nos dio algunos consejos y citó a Napoleón: “Al enemigo hay que darle una puerta de salida en la batalla sino los muertos los contamos juntos”.

También contó que en su casa Pepe tiene colgada una réplica de la agenda del Che Guevara. “Hay unas poquitas. Evo Morales se las dio a Cristina, Chávez,  Correa, Lula y Pepe”. 

Sobre la situación de los futbolistas uruguayos explica Lucas: “Acá, la mayoría jugamos por amor a la camiseta. Unos pocos reciben mucha plata, pero en la B casi todos ganan apenas para pagar un alquiler de 500 dólares mensuales y en la A los de los cuadros más chicos ponele que ganan 1.000 dólares”.

Al hombre orquesta le picó desde chico el bicho de la literatura (“Onetti y Zitarrosa son mis faros”) y tiene escritos varios libros, de recuerdos, semblanzas, reportajes y poemas. El último es Tapones de fierro. En la tapa, con fondo naranja se destacan, una pelota, un megáfono, un avioncito de papel, un botín, una nota musical, un lápiz y el título del libro. En la parte superior, en una tipografía minúscula se lee: “Agustín Lucas”. Todo un símbolo.