Desde Pyeongchang

Las probabilidades son casi nulas, pero el entusiasmo no decae: Latinoamérica no ha ganado ninguna medalla olímpica en la historia de los Juegos invernales y no parece ser Pyeongchang 2018, que comenzará mañana con la ceremonia inaugural (a las 20 de Corea del Sur y a las 8 de la Argentina), el sitio ideal para romper con esa estadística. Brasil, Argentina y Chile encabezan en número las delegaciones de la región, que también tendrán representantes de Colombia, de México, de Bolivia y, por primera vez, de Ecuador. En total serán 34 atletas, dos más que en Sochi, aunque a años luz de los más de 460 deportistas que suman Estados Unidos y Canadá, las dos potencias del continente.

La curiosa clasificación de una cuarteta de bobsleigh puso a Brasil con la representación más numerosa con nueve deportistas. Además de la versión sudamericana de la película Jamaica bajo cero, competirán el esquiador alpino Michel Macedo, los esquiadores nórdicos Jaqueline Mourao y Victor Santos, Isabel Clark Ribeiro en snowboard y la patinadora Isadora Williams.

La nuevas reglas de clasificación que impuso el Comité Olímpico Internacional (COI) para el esquí alpino y nórdico, que busca ampliar la base de países que tengan presencia aunque perjudica a naciones de nivel intermedio, motivó que Argentina tenga un equipo menos numeroso en la disciplina más tradicional con sólo dos deportistas, aunque por primera vez pudo llevar un varón y una mujer en nórdico.

Sebastiano y Nicol Gastaldi, nacidos en Italia e hijos de un instructor de esquí, coincidirán por primera vez en las pruebas de alpino, después de que el hermano menor compitiera en Sochi y la mayor lo hiciera en Vancouver. “Estar en unos Juegos Olímpicos es un sueño, y hacerlo con mi hermano mucho más”, remarcó Nicol. En tanto, María Cecilia Domínguez y Matías Zuloaga participarán en nórdico. 

Beneficiados por deserciones después de cerrados los plazos de clasificación, Steven Williams logró su cupo en snowboard, mientras que Verónica Ravenna, una joven de 19 años que vive en Canadá desde pequeña, obtuvo su boleto en luge. 

Los argentinos llegaron sobre la hora a siete representantes, los mismos que en Sochi, porque un competidor sueco se bajó por lesión y posibilitó ayer el ingreso de Matías Schmitt. “Nos vino a visitar justo y lo recibimos con la noticia”, celebró Magdalena Kast, jefa de misión argentina. “Estamos muy felices, los atletas trabajaron mucho y se merecían estar acá”, afirmó la dirigente.

El mismo número tendrá Chile, que confía en el rendimiento que puedan conseguir Dominique Ohaco y Stephanie Joffroy en freestyle y el esquiador alpino Henrik Von Appen. “Pueden dar el salto de calidad porque están permanentemente en giras de la Copa del Mundo y están muy metidos en el medio”, le aseguró a la agencia dpa Jorge Mandrú, jefe de misión chileno. “Ellos podrían dar la sorpresa y dejar a Chile más arriba de lo que está.”

Los restantes representantes chilenos son los esquiadores alpinos Noelia Barahona y Kai Horwitz y los nórdicos Yonathan Fernández y Claudia Salcedo.

Los históricos buenos resultados en patín carrera le posibilitaron a Colombia sumar dos competidores en hielo. Con pasado en esa disciplina, Pedro Causil y Laura Gómez, que dejó las ruedas por la cuchilla hace seis meses, correrán en patinaje de velocidad. Los otros dos representantes cafeteros serán Michael Poettoz, un esquiador alpino que vive en Francia desde los dos años, y Sebastián Uprimny, un esquiador nórdico que hizo el camino inverso: nació en París, pero sus padres regresaron a Colombia cuando tenía dos años. Ya mayor, se mudó a Salt Lake City, donde comenzó su carrera.

Lo cierto es que no le falta atractivo a los representantes de América del Sur. Para Bolivia, que volverá a unos Juegos tras Albertville 1992, su delegación puede presumir de exótica: el esquiador alpino Simon Breitfuss, que portará la bandera tricolor, nació en Austria y se enamoró de pequeño de las costumbres bolivianas desde que su padre trabajaba como instructor en el cerro Chacaltaya. “Me siento orgulloso y privilegiado de poder representar a Bolivia”, le dijo Breitfuss, que estará acompañado por Timo Grönlund, nacido en Finlandia y competidor en esquí nórdico. “Los deportes de invierno en Bolivia son raros, pero espero dejar un legado y que en el futuro, por mi experiencia, muchos se interesen.”        

Ecuador, en tanto, tendrá otro representante muy particular: Klaus Jungbluth, esquiador y fisiólogo deportivo del Comité Olímpico del país. Mientras cursaba sus estudios en República Checa y luego en Noruega, el deportista que ahora tiene 38 años le tomó el gusto al deporte y llevó ese aprendizaje a las carreteras de Guayaquil, donde siguió practicando gracias a esquís con ruedas. Residente desde hace dos años en Australia, donde continua con su especialización en fisiología, Jungbluth competirá en los 15 kilómetros de esquí nórdico.

México no se queda atrás: casada con un mexicano, Sarah Schleper representó a Estados Unidos, su país natal, en cuatro Juegos, se retiró y luego, ya como nacionalizada, volvió a las competiciones. “No estuve en Sochi y son mis primeros Juegos como mexicana. Mis hijos son mexicanos, mi familia es mexicana, yo me siento mexicana. Por eso, es como si fueran mis primeros juegos”, dijo Schleper. “No es el mejor momento de mi carrera, pero México me dio todo y por eso lo hago.” 

Su colega en esquí alpino es Rodolfo Dickson, que casi no habla español: nacido en Puerto Vallarta, a los tres años lo adoptó un matrimonio canadiense, que se radicó en su país. Robert Franco, nacido en California y competidor en freestyle, y Germán Madrazo, un empresario y ex triatleta de 42 años que participará en esquí nórdico, completan la particular delegación.