Psicodramatista y psicóloga, Vita Escardó se dio a conocer como actriz interpretando a Claudia  Falcone en La Noche de los lápices, la película que Héctor Olivera filmó en 1986. Hija de Florencio Escardó y Eva Giberti, reconocidos especialistas en temas de infancia y género, luego de incursionar en televisión y desilusionada con el medio, Vita ingresó a la universidad para abocarse al estudio de lo que hoy es su principal actividad. Autora del libro Cuidado de cuidadores, Escardó afirma que aunque siente una gran atracción por el estudio siempre necesita ocuparse de un proyecto creativo. “Soy leona de varios mundos”, afirma en una entrevista con PáginaI12.  

Junto a la actriz Victoria Egea, Escardó fundó en 1999 La Loca. Equipo de investigación artística, un nombre elegido, según declararon ambas, “en conmemoración de todas las veces en que nos han llamado ‘locas’ a las mujeres”. Varias de sus producciones tomaron parte de los ciclos de Teatro x la Identidad con temas como el exilio y las relaciones intergeneracionales, la locura y las relaciones de poder. “Nos interesa todo lo ligado a los derechos humanos y a lo que contribuye a romper los mandatos sobre lo femenino y lo masculino”, define Escardó.

En estos días acaba de subir a escena en Noavestruz (Humboldt 1857) El río trae... el nuevo espectáculo de este dúo, en el que también participan  Sergio Sainz y Gabriel Díaz. Se trata de un collage escénico, como ellas lo nombran. En Tardes culturales con Gina y Beba, la primera obra que las mismas actrices estrenaron, ya se perfilaba el formato de collage, dado que aquella performance fue armada en base a una serie de tangos elegidos especialmente para realizar una interpretación teatral de sus letras. La asociación libre en relación a la figura poética del río es lo que en este caso vertebra textos, imágenes y canciones. Así entonces, en El río trae… transcurren breves escenas “como si se tratara del desarrollo de un sueño en torno de la corriente del río”.

El espectáculo se inicia con acento ritual. A través de la actuación, el canto y la utilización de objetos sobre la proyección de imágenes fijas o en movimiento, un personaje mítico, la huesera, abre el juego para exponer temas. “La huesera junta lo que está a punto de perderse y, a través del canto, sucede una instancia regeneradora”, explica Escardó quien, junto a Egea está a cargo de las canciones del montaje. “El canto es un modo afectuoso de comunicarse”, define, “una forma inmediata de conectar con la sensibilidad del espectador”. A lo largo de la obra, otros personajes discurren sobre el amor y el desamor, la violencia contra la mujer, el fútbol y la discriminación, la ciudad y sus espacios de identificación social.. Entre los autores convocados figuran Scalabrini Ortiz y Borges, Sor Juana y Lope de Vega. Algunos de los temas cantados son de Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Laura Canoura y Chico Cesar.

–Si bien la autoría del espectáculo es colectiva usted dice haberse hecho cargo del pensamiento textual. ¿Influyó su formación académica en ese trabajo?

–Sí, tuvo un gran peso la psicología jungueana, que es el área donde mejor me muevo. Por eso decimos que nos dividimos entre nosotros el aspecto que mejor maneja cada uno, tomando en cuenta pensamiento, intuición,  percepción y emoción. Y como Jung también habló de la función trascendente, la cual mezcla y amalgama las anteriores, también creemos que entre todos terminamos de hilar este delirio que tiene al río como hilo conductor.    

–¿Por qué eligió la figura del río?

–Porque el río habla de Buenos Aires como también del litoral o del norte. El río es tomado como excusa para hablar sobre lo que nos identifica (el “ río de sueñera” de Fundación mítica de Buenos Aires, de Borges, por ejemplo) pero también sobre nuestros desaparecidos, si pensamos que en una sola gota del Río de la Plata está la memoria de los vuelos de la muerte. El río nos habla de nuestra  emocionalidad y nos deja plantearnos la idea de transformación.

–¿La Loca se plantea siempre hacer un teatro que tiende a la reflexión?

–Nos sale así. Es que desde el Siglo XVI Sor Juana y Lope de Vega ya planteaban la violencia sobre la mujer y todavía hay que insistir sobre este tema para que exista una transformación. Pero pienso siempre que el teatro no puede aburrir ni es para sufrir. Por eso buscamos un equilibrio entre la cuerda densa y la humorada. A nosotros nos sale hablar de los temas que nos conmueven, que movilizan al público porque pensamos que la función social del arte es insoslayable. Pero ya no somos dogmáticas y, como espectadoras disfrutamos de otro tipo de espectáculos.