La palabra y los libros pueden consolidar el camino de transformación en territorios que fueron asediados por la violencia. Un grupo de bibliotecarios argentinos viajó a Colombia en el marco del aniversario de los acuerdos de paz para realizar un trabajo conjunto con referentes de bibliotecas comunitarias ubicadas en antiguas zonas de conflicto armado. Este proyecto bilateral, impulsado por el área de Cooperación Internacional de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), generó “un proceso de cooperación profundamente democrático, de valoración del conocimiento en el territorio, que supone una gran confianza tanto en los líderes argentinos como en las potencialidades de las propias comunidades colombianas”, dijo Leandro de Sagastizábal, presidente de la Conabip.

En noviembre del año pasado, cuatro bibliotecarios de la Argentina viajaron a tres comunidades colombianas: Popayán, la tercera ciudad más antigua de América latina, y dos en entornos más rurales, Villa Victoria en Puerto Asís, en la entrada del Amazonas, y El Paraíso en el municipio de Algeciras, una zona que ha sufrido los rigores de la violencia de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias) con asesinatos, desapariciones forzadas y desplazamientos. El viaje se dio en el marco de un proyecto convocado por la Cancillería argentina que pasó de ser una simple donación de libros –se enviaron unos 300 títulos de literatura argentina y latinoamericana a cada institución– a un trabajo articulado entre referentes de ambos países. Al ritmo de la demanda que surgía en cada una de las comunidades, los bibliotecarios argentinos realizaron talleres de narración, de literatura, de poesía, de elaboración de proyectos para financiamiento y de bibliotecología básica.

“El contacto con el libro fue muy movilizante, de pronto los libros generaron mucha curiosidad, cada uno sentía que se llevaba algo que le interesaba. Estaban todos muy comprometidos con lo que estaba pasando”, aseguró Marisa Negri, poeta, docente y referente de la biblioteca Santa Genoveva, en el Delta Paraná. “Si vos habilitás un espacio para que alrededor del libro sucedan cosas que tienen que ver con la palabra y la comunidad, la gente se suma –agregó la poeta y docente–. Esto se vio mucho en El Paraíso, que trabajaban todo el día en los cafetales, y a la noche se acercaban a las reuniones, sentían que ahí, alrededor de la cultura, se estaba gestando algo que a ellos les interesaba.”