Para una banda que se hizo mundialmente conocida gracias a un tema titulado En las sombras, sacar un disco en 2017 y llamarlo Dark Matters (“La oscuridad importa”, o bien “Materias oscuras”) es al menos una ratificación estética de base. Eso ocurre con The Rasmus, que el año pasado viajó por Sudamérica para promocionar su noveno disco de estudio, el primero desde que en 2012 publicaron aquel epónimo que después de dos años de gira los depositó en un stand-by grupal, hasta ahora. “Fue bueno tomarnos un recreo, todos teníamos hijos y familia de la que ocuparnos”, rebobinaba el cantante Lauri Ylönen en el bar del hotel que los alojó, en Palermo. “Ahora crecieron, son casi adolescentes, no nos dan tanta pelota, lo que nos permite salir de nuevo a tocar. Estuvo bueno extrañarnos, querer seguir compartiendo momentos, viajar por el mundo haciendo lo que nos gusta. Esta es la mejor vida.”

Vuelos, firmas de autógrafos, acústicos en radios y canales de TV llenaron la agenda del cuarteto finés durante meses, lo que les hizo retomar la dinámica grupal menos placentera para una banda famosa de rock y comprender que de verdad querían volver a esto. “Todavía nos llaman la atención los fans de Sudamérica, nos quieren seguir adonde vayamos. Acá tuvimos que cambiar de hotel para tener un poco de privacidad. Habían unas cien personas esperándonos cuando llegamos, firmamos autógrafos, y hace unas horas vino un chico a la radio y me mostró que se había hecho un tatuaje con mi autógrafo de hace tres días. ¡Eso es un fanático de verdad!”, reconoce Ylönen. “Recuerdo que la primera vez nos llamó mucho la atención cuando vimos que se saludaban con un beso. Ni hablar de los meet & greet, donde uno termina besándose con 300 personas. Para nosotros todo es muy rápido, ¡somos escandinavos lentos!”, bromea el baterista Aki Hakala.

Para los protagonistas, Dark Matters vino a conectar los inicios del grupo con su situación actual, en la que viven dispersos por el globo. De hecho, la canción Wonderman guarda la historia cotidiana de su cantante, que tomó la base de un beat de hip hop que escuchó mientras cargaba nafta en una estación de servicio de Los Angeles, donde vive desde 2014. “Los Ángeles es diferente a Helsinki, la vida es más relajada y se usa mucho más la calle, por eso el predominio del hip hop que se puede percibir en este disco: no en el tipo de composición, pero sí en los beats, las bases”, señala.

“Vivimos en lugares muy distintos, pero para componer siempre nos juntamos. No creo que se pueda hacer una canción por Skype, lo mejor es estar todos juntos en un mismo lugar. Tomar algo, comer juntos, hablar pavadas, tener una buena fiesta de bienvenida, encontrar un lugar apropiado para alquilar. Para este disco hicimos algunas sesiones en Londres y otras en Los Ángeles, ésas son las reuniones que nos dan argumentos para escribir una canción. Que cada historia tenga un fondo real, en bases a cosas reales, es lo que preserva la autenticidad.”