Abrir un cajón representa para mí un viaje tan único como el objeto que encuentro ahí. Entre papeles olvidados, entre anillos, pines desteñidos de la Cruz Roja, esta especie de pesquisa puede devenir hacia un mundo completamente nuevo.

No hay lógica, no hay orden, solo una ley impera: la ley de los cajones. Ahí guardamos nuestras cartas jamás enviadas, muñequitos de Kinder, las entradas de cine con algún primer amor o sobres con documentos vencidos. ¿Cuál es el sentido de depositar objetos en los cajones de nuestra casa? Algo que en su momento ha tenido valor para alguien pero quedó sepultado en el olvido se convierte en un popurrí melancólico de varias décadas, un fiel retrato del paso del tiempo: colecciones de repasadores, sobres de  azúcar, caracoles, recortes de diario, y otras formas de agrupar que no tienen justificación alguna, quedan en esta gaveta sin fondo.

Gracias a mis abuelas, que fueron grandes coleccionistas de objetos olvidados, poseo una gran curiosidad por revisar estos receptáculos ajenos. Cuando llego a una casa, cualquier casa, lo primero que hago es pensar que hay dentro de cada uno de los cajones y cuáles son los objetos que se pueden rescatar. Pasar horas y horas revisando colecciones personales, íntimas y privadas, que tienen una inconsciente curaduría exquisita, hacen que cada vez quiera más estos espacios. El valor de esas colecciones no suelen significar nada para la mayoría de la gente.

A partir de este hábito, conocí el archivo de Luisa, fotógrafa de Foto Estudio Luisita, un inmenso archivo fotográfico del espectáculo argentino guardado en cajones por más de  treinta años. Luisa es octogenaria y tenemos una gran amistad desde hace más de una década,  y su casa para mi es el reino de los cajones.

Mi primer acercamiento con el archivo de Luisa fue revisando un cajón del comedor de su casa, de casualidad, porque estaba buscando el Chuker para tomar el té. Ahí me encontré con una caja de diapositivas de 120mm, de color madera que se mimetizaba con el fondo del cajón, esperando estoicamente volver a ser descubierta por alguien.

A contraluz veía diapositivas de escenarios, del teatro de revista en calle Corrientes, de vedettes; entre todas estas fotos apareció la que se llevó toda mi atención, un gran misterio. El sobre titulaba: “Teatro Maipo, Ethel y Gogó Rojo, 1973”. Eran las hermanas Rojo semidesnudas sobre el escenario, pintadas de dorado en la obra Maipo Superstar, rodeadas de una espectacular escenografía difícil de describir. Ambas llenaban el escenario de misterio.

Recordé a todos los fotógrafos que me habían mostrado en la facultad, la escuela de Düsseldorf, y la fotografía analógica, ya casi en extinción, pensando en cómo estas fotos podían estar dormidas hace tantos años. Nunca me había pasado algo así con una foto. Gracias a Ethel y a Gogó seguí revisando todos los cajones de la casa de Luisa. Y ahí empezó todo. 

10 cajones.

30 cajas.

25 sobres por caja.

30 negativos por sobre.

22.500 fotos en 10 cajones.

Hoy esta foto para mi representa que lo olvidado y archivado puede llegar a cambiar nuestra mirada e iniciar una nueva historia, transformar el destino de algo que estaba catapultado al olvido a que vuelva a brillar como alguna vez lo hizo, como todas las mujeres que están en las fotos, quienes alguna vez fueron el fulgor de avenida Corrientes.

Mientras tanto estamos trabajando con Luisita para que su estudio no quede en el olvido, preservando todos sus negativos. 

Agradezco a mis abuelas por permitirme revisar todos sus cajones. Agradezco también, haberme cruzado con cientos de estampitas de santos empujando mi curiosidad hacia nuevos arcones. Me gusta esa sensación de no saber con lo que me voy a encontrar: ahora mismo estoy pensando cual será la próxima pesquisa.


Sol Miraglia estudió Fotografía en la E. F. C, Dirección de Fotografía en el SICA y actualmente Imagen y Sonido en la UBA. Al mismo tiempo hizo talleres con Juan Travnik, Daniel Merle, Eduardo Gil, Silvia Calvo, Gustavo Frittegotto, Julieta Escardó y Silvia Gurfein. Asimetría fue preseleccionado para Photoquai París 2013 y seleccionado para Lianzhou Foto 2014, Cantón, China. Expuso colectivamente en el C. C. Borges, C. C. Recoleta, Museo Maguncia, Museo Quinquela Martín, Espacio Ecléctico, La Sin futuro, y Lianzhou, China. Trabaja como fotógrafa freelance en el diario La Nación y en diversos proyectos documentales en fotografía y video.