Agustín Oeyen tiene 40 años y desde chiquito anda en bicicleta porque se crio cerca de Escobar. Cuando se mudó a la ciudad la dejó por años porque no se sentía seguro en el tránsito porteño, hasta que aparecieron las primeras ciclovías. Está casado con Luz, que tiene 37 y también usa la bici para moverse. Los dos sufrieron accidentes: Luz fue atropellada en Tres Arroyos y Paysandú cuando iba por la ciclovía y la camioneta que la chocó también y la chocó al doblar. Agustín chocó a un peatón que bajó para cruzar la calle en French y Pueyrredón.

–¿La construcción de la ciclovía es algo positivo?

–La ciclovía agiliza el tránsito porque en ese lugar habría autos estacionados. Sacás de ahí propiedad privada en la vía pública y liberás un carril para que un montón de gente se mueva en bici.

–Con su mirada de usuario: ¿qué necesita la ciclovía?

–Que dejen de ser mano y contramano. Creo que el gobierno lo hizo con la idea de promocionar por cada cuadra dos. Es una trampita y complica el tránsito con otras bicicletas, con los peatones, con los autos. 

–No hay datos oficiales sobre accidentes en las ciclovías. 

–No y tampoco hay estadísticas de accidentes de bicicletas en general. Es indispensable tener datos y hacer algo con la educación. Así como educación cívica en las escuelas debería haber una educación vial, no todos van a manejar pero todos vamos a salir a la calle. Por ejemplo, en las calles que hay ciclovías la velocidad máxima no es de 40 kilómetros por hora, sino de 30 kilómetros por hora, y eso es algo que no se sabe y no lo controla nadie. 

–Hay motos que se meten en las ciclovías. 

–En las del centro se meten motos, y las motos paran en el semáforo y se quedan en la ciclovía, y hay un policía parado ahí y no le dice nada. Si uno le dice algo, el policía te dice: “Tenés que llamar a los de Tránsito, si te choca yo puedo intervenir, si no pasa nada, yo no puedo hacer nada”.

–¿Y qué autocrítica hace como ciclista?

–Un montón. Yo uso el casco siempre, pero mi mujer no. No la puedo convencer, que le aplasta el pelo. Le compré un casco relindo, cómodo, liviano, pero no lo usa. Yo durante mucho tiempo no usé casco y con el tiempo fui tomando conciencia. De la gente que conozco que hace más de dos años que anda en bicicleta, el 90 por ciento usa casco. Los que no usan son los están empezando y después ya hay un 10 por ciento de cabezaduras, como mi mujer, que no le vas a hacer entender nunca.

–¿Cuáles son las cosas buenas de la ciclovía?

–Así como está, que estás protegido del tránsito automotor. Y hoy por hoy, podés conectarte a un montón de lugares. Esas dos cosas son superpositivas.

–¿Y las cuestiones a mejorar?

–Que es chica, angosta y están en mal estado. Además, son muy vuelteras. La ciclovía que une Constitución a Retiro, hay tramos que tenés que subir a la vereda cruzar de calle, dar la vuelta, ahí a la calle Colón. No son directas, ni prácticas, por eso mucha gente sigue usando la avenida San Martín o la avenida Corrientes, porque llega rápido al trabajo no quiere ir paseando.

–¿Por qué están en mal estado?

–No tienen un cuidado especial. Tienen pozos. Además, hicieron muchas sobre la calle,  así como estaba, y la dejaron ahí, mientras que en la calle la siguen manteniendo el asfalto para el tránsito automotor y no hacen nada en las ciclovías. A lo sumo cada tanto le dan una pintadita y le ponen esos cositos amarillos que son de plásticos y los autos se los llevan puestos, y los ciclistas también.

–¿Y cuáles son los puntos más peligrosos de la Ciudad? 

–La mayoría de los accidentes son porque la gente se confía. Las intersecciones donde la ciclovía va por la izquierda y los autos tienen que ir por la izquierda. La mala señalización y los tachos de basura.