La bolsa porteña se transformó en un verdadero interrogante para los inversores. Las subas del año pasado fueron tan elevadas que posicionaron al MerVal como la plaza bursátil con el mejor rendimiento del mundo y en 2018, salvo por las caídas ocurridas en las primeras semanas de febrero, las acciones siguieron en alza. La posibilidad que la Argentina sea incluida en el rango de país emergente y abandone su condición de país fronterizo es uno de los factores que generan incentivos entre los fondos de inversión para quedarse en acciones e incluso seguir apostando más capital. Nadie quiere perderse las ganancias pero al mismo tiempo todos saben que el riesgo de un shock externo que genere una fuerte caída en la bolsa porteña no es menor. El MerVal no es la primera vez que registra una euforia de subas como la que se observó en los últimos meses y, tras el rally, siempre hubo un período de grandes pérdidas de capital.

En el informe “El MerVal en dólares y el fantasma de 1992” Eric Nesich realizó un interesante recorrido sobre los últimos 40 años de actividad bursátil en la Argentina. La crónica comienza con las caídas de la bolsa entre 1969 y 1976, que generaron un desplome del valor en dólares de las acciones de 92 por ciento en siete años. A partir de 1976, y hasta 1980, hubo un período de fuerte recuperación, con un incremento en el precio de las empresas en más de 31 veces medidas en moneda dura. Pero el ciclo no fue mágico y terminó con un enorme derrumbe. Desde 1980 hasta 1985 el descenso en el índice de las acciones fue de película: en cinco años el inversor de la bolsa porteña llegó a perder un 95 por ciento de su patrimonio en dólares.

A partir de 1986, el indicador de acciones comenzó a llamarse MerVal. Marcó un avance hasta 1988 y luego una importante caída hasta que asume Carlos Menem la presidencia el 8 de julio de 1989. Ese año volvieron a registrarse subas extraordinarias que se prolongaron hasta febrero de 1992. La bolsa tuvo un ciclo de optimismo notable que le permitió alcanzar el pico de cotización de 900 dólares, lo que a valores ajustados equivale a unos 1700 dólares de hoy. Se trata de un monto casi idéntico respecto del que alcanzó a principio de este año el índice MerVal.

La cronología de Nesich detalla que entre 1990 y 1991 hubo ingresos de fondos del exterior que generaron aumentos de las cotizaciones insospechados unos años antes. Pero estos capitales no se quedaron para siempre en el país y cuando decidieron salir hubo caídas de hasta 10 por ciento diarias, en un efecto de crash que se prolongó por un largo tiempo. El dato duro es que, tras la euforia inicial de los primeros años de la convertibilidad, de 1992 hasta 2001, salvo por una leve recuperación en 1998, la capitalización del MerVal registró un derrumbe de 92 por ciento.  

Los antecedentes de la bolsa porteña no dicen nada sobre lo que va a pasar con el MerVal. No responden los interrogantes para el inversor. Pero son una buena advertencia para aquellos que se ilusionan con ganancias que se mantienen en forma ilimitada. El mercado porteño es muy chico y lo que deciden los fondos de inversión del extranjero determina el precio de los activos. Por ahora estos grandes monstruos de las finanzas siguen llegando al país e incluso plantean que el mercado de la Argentina podría ganar hasta un 33 por ciento en dólares este año. Lo que no hay que olvidarse es que de un día para otro esas opiniones pueden cambiar y con sólo apretar un botón pueden salir del país en busca de destinos más seguros o más rentables.