En Santa Fe el peronismo lleva una ventaja política respecto de las otras grandes fuerzas en disputa. Tiene candidato. Y no uno, sino dos o tres. Omar Perotti, María Eugenia Bielsa y Alejandra Rodenas forman parte de un pelotón que se recorta por peso propio y por antecedentes. El peronismo además, ya probó la unidad y vio que juntando las partes podía constituir un todo que lo sacara del respirador artificial en el que se encontraba a principios del año pasado. Resolvió por arriba el dilema que querían imponerle desde afuera respecto de la discordia kirchnerismo/antikirchnerismo. Con el paso del tiempo esas tensiones fueron cediendo paso a un armado puramente santafesino y suelto de las conducciones nacionales mucho más en crisis que las locales.

Y esa no es una buena noticia para los sectores del socialismo que ven con agrado una alianza estratégica con el justicialismo de cara al 2019. La pregunta es ¿qué plus tendrían los peronistas al ir juntos con dirigentes socialistas? Los candidatos con más peso -Perotti y Bielsa‑ son insospechadamente refractarios a cualquier camino que implique transitarlo al lado del PS. La ex jueza Rodenas es más permeable y de hecho ha mantenido reuniones con el ex gobernador Antonio Bonfatti, algunos senadores provinciales y reconocidos sectores sindicales. En esos encuentros también estuvo presente el diputado nacional Luis Contiginani que ya nada tiene que ver con el gobernador Miguel Lifschitz.

Ese imaginario frente político tiene sus razones pero también sus límites. Al menos deben operar dos pasos para que el nucleamiento sea posible: Primero el socialismo debería "librarse" de Miguel Lifschitz y segundo el peronismo debería exhibir una necesidad genuina para soldar la unión. Por el momento, ni una cosa ni la otra están sucediendo.

Además el peronismo resolvió el dilema "Rossi". El electo diputado nacional no era representativo de todo el peronismo santafesino y el desafío para el resto del partido era ganarle la interna. Eso no sucedió pero tanto el Chivo como Rodenas jugaron muy bien sus cartas y ambos quedaron muy bien posicionados. Pero Rossi puso un pie fuera de Santa Fe y ya no será parte de la contienda interna liberando así el camino para otro tipo de estrategias. Su "heredero" será Marcos Cléri, con lo que los sectores kirchneristas tendrán un representante en la interna del PJ y las otras corrientes están tranquilas porque creen que en esa disputa pueden superar sin mayores dificultades al hombre de La Cámpora. La ecuación era que a Rossi no se le podía ganar la interna pero a su vez Rossi no podía imponerse en una general.

El gobernador Lifschitz dio una clara muestra el viernes de que su lema es ?retroceder nunca, rendirse jamás?. Como en la película, mostró sus armas, apretó los dientes y dio claros mensajes hacia la interna socialista y también hacia fuera. Dejó en claro que su camino volverá a ser la tercera posición que casi los saca de la cancha en la polarización de los comicios pasados. Lifschitz está convencido de una cosa: Gran parte del electorado sigue enojada con el kirchnerismo, pero ya no ve tan claro que la única opción de cambio sea el macrismo. Y es ahí adonde ve un camino para lo que llamó en su discurso en Metropolitano "el progresismo". Pero para eso primero necesita estar "vivo". Y eso será a través de una reelección vía reforma constitucional o mediante una candidatura nacional en un renovado espacio de centro izquierda.

Como ya se analizó en este diario, Lifschitz tuvo algunas señales en los últimos días que lo decidieron a anticipar sus movimientos. Por un lado Bonfatti mostró los dientes más de la cuenta cuando salió a criticar el desembarco de fuerzas federales en Rosario y Santa Fe que era parte de un acuerdo que Lifschitz y la intendenta Mónica Fein ya habían cerrado con Nación. Fue una dura exposición de la interna socialista y el palito lo recogió Patricia Bullrich que no sabrá mucho de seguridad pública pero sí de política.

Acto seguido o casi al mismo tiempo, el diputado provincial Eduardo Di Pollina asegura públicamente que "los tiempos para una reforma constitucional en Santa Fe, están agotados". Y también que en ese caso "el candidato natural del socialismo para el 2019 es Bonfatti". El otro dato lo dieron en la semana los senadores provinciales de peronismo al demorar el tratamiento de la reforma tributaria y la autorización para un millonario endeudamiento externo de Santa Fe. Lifschitz se enojó y los reprendió públicamente. A esta altura el gobernador sospecha que los senadores peronistas le son más leales a Bonfatti que a él.

Por su lado, Cambiemos no termina de encolumnarse detrás de la candidatura de José Corral. El intendente santafesino aspira a postularse como gobernador pero el año pasado perdió dos veces: Una con su candidato a concejal en la capital provincial y la segunda dentro del Comité Nacional de la UCR donde apoyó a otro candidato en lugar del conservador y ultra antiperonista Alfredo Cornejo.

El PRO sigue anclado a los resultados de las legislativas en Santa Fe cuando ganó las elecciones con un desconocido total como Albor Cantard e impuso la marca por sobre los nombres. Esta vez la provincia interesa menos porque lo que estará en juego será la reelección del propio Macri por lo que podría insistir con un nombre propio. Y ahí es cuando todos miran a Luciano Laspina, un diputado rosarino que hace años ya no vive aquí y tiene muy pocas ganas de volver a mudarse.

Dicen los voceros del PRO que sólo en la cabeza del presidente Macri está la decisión de otorgarle o no a Lifschitz el apoyo para una reforma constitucional con eventual reelección en Santa Fe. Con todo, al propio Macri no le caería demasiado mal un espacio progresista a nivel nacional que le divida al electorado adverso que tendrá enfrente. Las especulaciones son muchas. ¿Qué conviene más en Santa Fe para el 2019, un escenario de tres sectores en disputa o uno de dos? No todos los referentes tienen respuesta y los que sí la tienen la pronuncian de manera dubitativa sin saber si realmente conviene o no determinada situación.