Ayer posteé unos recuerdos de cómo se formó mi discoteca de jazz y el siempre alerta Horacio Vargas comentó que pensaba convertirlos en contratapa de Rosario/12. La alegría se impregnó de inquietud cuando comprobé que mi texto apenas si alcanzaba los 2.200 caracteres (con espacios). La perspectiva de pasar a la historia del periodismo gráfico como el autor de la contratapa más escueta de todos los tiempos casi no me dejó dormir. Esta mañ´ana, mientras caminaba hacia mi estudio, se me ocurrió el tema de un segundo posteo, complementario del anterior, que se podría añadir a la futura contratapa para ganar espacio sin pérdida de gracia e interés (es lo que espero).

En su estado actual, mi discoteca de jazz está integrada por numerosos cds y un único longplay o "vinilo": Turk Murphy's Frisco Jazz Band Live!, que sólo cumple funciones decorativas, como las de una lámina. Para contar la historia de cómo llegó a mi discoteca este disco absolutamente impar, necesito distinguir y encadenar tres momentos.

Los primeros recuerdos corresponden al hallazgo. Un día de 1977, volviendo a casa desde la Facultad, entré en la disquería que quedaba en Entre Ríos casi San Luis porque vi que estaban liquidando el stock ante el inminente cierre del local. Los únicos cuatro long plays que quedaban en la batea de jazz fueron los primeros cuatro de mi discoteca: Mi instrumento favorito y Another day, de Oscar Peterson (gloriosos); Es todo uno, de Friedrich Gulda (curioso), y el de la banda de Turk Murphy. Los compré porque la afición al rock sinfónico había despertado mi interés por escuchar pianistas de jazz y porque estaban muy baratos.

A Gulda lo conocía por sus grabaciones de Chopin; no tenía idea de quién era Oscar Peterson (cualquier cosa que se diga en contra de la vida podrá ser refutada mencionando esta anécdota: un día, por casualidad, de regreso a su casa, un chico de 18 años tiene la posibilidad de descubrir la existencia de Oscar Peterson). Cuando los escuché, el que menos me interesó fue el Murphy, porque su banda tocaba dixieland y yo andaba en busca de algo más sofisticado.

El que se interesó enormemente (aunque cacofónico, el adverbio es preciso) fue papá, que amaba el jazz tradicional. Durante años, no hubo estadía suya en Rosario en la que no escuchásemos el disco de Turk Murphy, siempre el mismo, ya que nunca conseguí otro hasta que viajé a Nueva York, mucho después. Dejándome contagiar por su entusiasmo, me volví fanático del sonido brioso de la Frisco Jazz Band. Tocan Big Bear Stomp!, Dr. Jazz, Panamá, St. James Infirmary, todos clásicos. Hay un solo de tuba, no recuerdo en qué canción, que nos electrizaba.

El segundo momento de la historia es sombrío. Cuando me separé de mi primera mujer, por razones idiotas que no vienen al caso, decidí separar también mi discoteca. Me quedé con los cds, que era lo que más escuchaba en ese momento, y le dejé a ella los longplays, cientos de longplays que había buscado o hallado azarosamente durante veinte años. Imaginé que con el tiempo los iría recuperando a todos en sus versiones compactas. No ocurrió con muchos, entre ellos el de Turk Murphy y su Frisco Jazz Band. No lo encontré ni siquiera en los viajes al extranjero.

El tercer momento es feliz. Después de que murió papá y hubo que vaciar su casa en el campo para que la ocupase el encargado, un día me trajeron desde Tucumán una caja con lo que había quedado de su discoteca, algo más de cincuenta longplays, casi todos de tango y unos pocos de jazz. Cada vez que escucho la expresión "reír con llanto", me viene a la memoria mi reacción cuando abrí la caja y vi, disco por disco, lo que contenía. Reír, llorar y exclamar: "¡No puede ser, no puede ser!". Todos los discos de tango, en las mismas ediciones, eran discos que yo tenía antes de separarme. No era raro, considerando que muchos me los había regalado papá o los había comprado por recomendación suya. Casi todos los había vuelto a conseguir en cd, pero ahora volvían a mis manos en el formato "originario", el que tenían en mi temprana juventud. Entre los pocos discos de jazz estaba Turk Murphy's Frisco Jazz Band Live!. No sabía que papá lo tenía, que él también lo había comprado.