• Ayuda. La conducción de las sesiones del Senado son un verdadero problema para la vicepresidenta Gabriela Michetti quien, a pesar del tiempo que lleva como senadora y como titular de la Cámara alta, no logra manejar al dedillo el reglamento. La Asamblea Legislativa de ayer no fue la excepción. El Presidente estaba a punto de salir de la Rosada y Michetti debía hacer votar la nómina de diputados y senadores que recibirían a Macri y que ya estaba acordada. Sin embargo, no lograba ordenar a los legisladores y por eso, con disimulo, buscó ayuda en el titular de Diputados, Emilio Monzó, pero se le escapó un detalle al no percatarse que los micrófonos estaban abiertos y se la escuchó decir: “Ayudame, boludo… no me dan pelota”.
  • Saltar la valla. Con el correr de los años el macrismo ha redoblado la intensidad de los operativos de seguridad alrededor del Presidente. Ayer, se volvió prácticamente un suplicio poder ingresar a la zona del Congreso. Para conseguirlo había que superar un par de anillos de seguridad antes de lograr el tan ansiado ingreso al edificio. En teoría los que menos inconvenientes deberían tener eran los legisladores. Pero ése no fue el caso del diputado del FPV-PJ, José Luis Gioja, quien fue retenido por un efectivo que como no lo reconocía le impedía el acceso. No importó que se identificara como diputado y mucho menos como presidente del PJ nacional. Eso llevó a que el sanjuanino se fuera poniendo nervioso y, por ende, perdiendo la paciencia y en un momento les advirtió a los celosos guardias que iba a saltar la valla. Fue en ese instante que un veterano empleado de seguridad de Diputados llegaba al retén, vio la situación, reconoció al legislador y le habilitó el paso evitando el papelón de los policías.  
  • La dueña de casa. La comisión de Exteriores, como se denomina al grupo de diputados y senadores que reciben al Presidente una vez que ingresa al Congreso, tenía entre sus integrantes a Elisa Carrió. Ella se puso primera en la fila enfundada en un vistoso vestido estampado con flores y rayas de tonos negros, azules y rosados pero lo que más resaltaba era su cabellera ya no rubia sino más bien platinada. Cuando Macri se acercó no sólo lo besó sino que además le obsequió un largo abrazo de bienvenida como si una dueña de casa recibiera a un invitado especial.
  • Gato. Macri atravesó la explanada, el Salón Azul (que corresponde al Senado) donde firmó los libros de visitas ilustres de ambas Cámaras y rindió un homenaje a la Constitución de 1853. Luego se encaminó por el Salón Juan Domingo Perón, más conocido como Pasos Perdidos, por una pasarela que se armó para la ocasión. Sonrió y saludó a las cámaras allí apostadas pero ello no evitó que se escuchara clarito como de un costado le gritaran: ¡Miau! ¡Miau! El mandatario puso cara de yo no fui y siguió su camino.
  • Pañuelos verdes. La posibilidad cierta de que este año se debata en el Congreso una ley que regule la interrupción voluntaria del embarazo provocó que los diputados y diputadas que apoyan el proyecto lo expresaran en sus bancas. La mayoría lo hizo portando el pañuelo verde, emblema de la campaña. Un grupo importante del FPV-PJ lo mostró y lo mismo hizo la totalidad de los integrantes del bloque del Frente de Izquierda de los Trabajadores, aunque éstos portaron además carteles reclamando la reincorporación de los despedidos del INTI, Fanazul, Hospital Posadas y Río Turbio. El único radical que se sumó al pañuelazo en el recinto fue Fabio Quetglas, quien se lo colocó en el cuello y lo tuvo durante toda la sesión. Sus correligionarios hicieron como que no lo veían.
  • Turismo. Durante su discurso Macri dedicó un párrafo especial al turismo y en particular al que proviene del extranjero pero además, en el marco de propiciar las visitas al país, anunció la creación de un parque nacional en los terrenos de Campo de Mayo. Elisa Carrió festejó el anuncio levantando los brazos y dijo: “¡Me encantó!”. El problema, en todo caso, es que tanto el Presidente como la diputada parecen desconocer, olvidar o no les interesa que en Campo de Mayo funcionó un centro clandestino de detención, con una maternidad e incluso la dictadura enterró allí un número indeterminado de detenidos desaparecidos.
  • Ausencias. Sin duda que la más llamativa, aunque no era una sorpresa, fue la de Cristina Fernández de Kirchner. La senadora y ex presidenta ya había dejado trascender que no estaría en la sesión. Hubo otros senadores de su bloque que no participaron como el neuquino Marcelo Fuentes. Pero tampoco participó Carlos Menem. El ex presidente y actual senador cumplió con su habitual costumbre de estar ausente en las sesiones del Senado y esta vez no fue la excepción.
  • Presentes. Los ex presidentes que participaron de la sesión fueron Eduardo Duhalde y Adolfo Rodríguez Saá. El primero se sentó junto a los integrantes de la Corte Suprema donde recibió el saludo de legisladores de las más disímiles bancadas como fue el caso de Graciela Ocaña. El puntano, en tanto, se ubicó como senador entre sus pares y desde allí siguió el discurso presidencial casi sin mover un músculo de su rostro. A diferencia de CFK y Menem, ambos tienen algo en común: asumieron la presidencia sin haber sido votados para ese cargo.
  • Nadie. Cuando la sesión finalizó Macri se retiró desandando el camino que hizo cuando llegó. Pero esta vez se detuvo en la gran puerta del Congreso, levantó su brazo derecho y abrió su mano para saludar… a nadie. La Plaza del Congreso mostraba un panorama desolador. Había menos gente que en las tardes de un domingo de invierno. La poca gente que llegó al Congreso se ubicó en la esquina de Callao y Rivadavia. Se trataba de una veintena de militantes contra el aborto.