La economía está cada vez más desordenada. La inflación sigue en ascenso. Los precios mayoristas acumularon una suba de casi 10 por ciento en los primeros dos meses del año, cuando el Gobierno busca cerrar el 2018 con inflación minorista del 15 por ciento. El Banco Central sacrificó 413 millones de dólares de las reservas sólo el viernes, acumulando casi 1000 millones en el mes, para evitar que el tipo de cambio supere los 21 pesos, pese a que hasta hace dos semanas aseguraba que su política cambiaria era de tipo de cambio flotante, es decir dejar al mercado fijar el valor de la divisa. El crecimiento económico, según los propios funcionarios, sería este año la mitad de lo proyectado por el efecto de la sequía del campo.

Más inflación, mayor fuga de capitales y un menor crecimiento no parecen ser un combo sostenible. Los inversores perciben estas tensiones y el resultado se observa en los precios de la bolsa porteña. El índice de principales acciones del MerVal acumula una baja de casi 2 por ciento en dólares en lo que va de este año, cuando las bolsas de los principales países de la región siguieron en racha: Brasil acumula un incremento de alrededor de 12 por ciento, al tiempo que México marca un avance de 2 por ciento.

Algunas empresas locales registraron caídas de casi 30 por ciento en 2018. El sector de las siderúrgicas es uno de los más castigados. Aluar registra una contracción del 14 por ciento en dólares en lo que va del año, mientras que Siderar anota una baja del 11 por ciento y Agrometal del 28. La única con avances en este bloque fue Tenaris, con un aumento del 10 por ciento. Se trata de una acción que los inversores suelen usar como activo de refugio, es decir aumentan las compras y el precio de la acción cada vez que hay volatilidad en el mercado. Las tensiones de la industria siderúrgica se potenciaron estos meses por la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Los bancos son otro sector que ya no brilla como el año pasado. El Banco Francés registró en lo que va del 2018 una baja de casi 5 por ciento, mientras que el Grupo Financiero Galicia anotó un retroceso del 2 por ciento, el Banco Santander (-3 por ciento) y el Banco Patagonia (-8 por ciento). Incluso algunas firmas gasíferas, que en 2017 habían marcado aumentos extraordinarios, ahora no levantan cabeza: Transportadora Gas del Sur acumuló un retroceso de 6 por ciento y Transportadora Gas del Norte del 14 por ciento. Las empresas dedicadas a la construcción son también un rubro en caída. IRSA marcó una disminución del 12 por ciento, Fliplasto del 9 y Loma Negra del 4.

Esta reacción de los inversores bursátiles ante los desequilibrios cada vez más marcados del mercado interno no parece extraña. Pero el problema no es que baje la Bolsa. La principal tensión es que los hombres de negocios que deben hundir capital en proyectos productivos no lo hacen. Y es por la misma razón que los fondos salen de las acciones. Se desorientaron con el rumbo de la economía. No saben si el dólar va a subir o plancharse. Si el Central va a intervenir en la plaza cambiaria perdiendo reservas o dejará que fluctúe el tipo de cambio. Desconocen si los precios se enfriarán o seguirán subiendo a un ritmo de 4 por ciento mensual, lo que arroja una inflación mayorista anualizada de alrededor del 60 por ciento. Y mucho menos tienen idea de cómo se moverá la demanda del mercado interno, que repunta en años electorales pero luego vuelve a estancarse por elementos externos pero también por errores locales.