“Somos de la primera ola ramonera”, dice Ale González, baterista de Los Culos, banda de punk que se autodefine como “rockanroll punkoso” o “punkanroll”. En vivo son contundentes, elegantes y salvajes. También suenan a garaje con algún guiño al surf, al rockabilly y a los 90’s como influencia generacional ineludible. “Nunca nos identificamos tocando desde el punk tradicional argentino, nunca quisimos ser Attaque 77 ni 2 Minutos. No porque nos parezca que esté mal ni querramos participar en esa escena, sino que no nos sale”, agrega el baterista. De hecho, cuando tocan y se les acercan a saludarlos, les recuerdan que la guitarra de Matto Riot tiene un aire al protopunk o pre punk. “Y también nos hablan de Inglaterra, que la viola suena muy british y joya, porque es la búsqueda”, dice el guitarrista, que también canta. 

Si bien el trío se conoce hace más de diez años, Los Culos como tal existe hace tres. Antes tocaban una fusión de reggae con dub pero luego de varios cambios, simplificaron la propuesta y acordaron empezar de cero a tocar la música que escuchaban de chicos: Ramones, Flema, Superuva, Hermética, The Stooges, Iggy Pop, Green Day, Rancid. Con el single Dinosaurios, un primer disco homónimo de diez canciones y un EP de tres temas, Los Culos Light, ya tocaron por toda la CABA y fueron ampliándose hacia el cordón de la provincia. Están grabado un segundo disco, Volumen 2, y prometen una evolución en cuanto a producción y composición. “El disco nuevo lo grabamos en tres días, trabajamos tranquilos sin tener que mirar el reloj. A futuro esperemos poder grabar en quince días. Pero bueno, es muy difícil costear un disco”, dice Santi Beri Jhones, el bajista. En mayo habrá algún adelanto y el producto final estará listo para septiembre.

Las canciones cuentan historias que se ven en la calle. El álbum abre con Mis amigos, un manifiesto que enaltece el hecho de ranchear en una casa, quedarse tomando cerveza o bailando en alguna fiesta, en vez de entrar a algún lugar caro. “La cultura del boliche, la música fuerte, no poder hablar, el patova en la puerta”, enumera Matto las situaciones que no les van. Se la llevaron, el track 2, relata cómo detuvieron a una chica en una esquina de Chacarita. “Yo trabajaba en un restaurante y por la ventana la vi cómo se paró a prender una tuca y le cayeron patrulleros. Estuvo un montón de tiempo demorada y siempre me quedó eso de ‘uy, se la llevaron por fumar una tuca, no lo puedo creer’”, cuenta Matto y aún tiene esperanza de que la chica escuche la canción que Los Culos le escribió.  

“No tenemos nada que ver con bandas de reggaeton ni con poner culos en primer plano, ni con misoginia. Cero. También nos pasó que hubo gente que se ofendió”, aclara el guitarrista. Al principio les llovían mensajes por el nombre de la banda. No por lo escatológico, sino por lo pornográfico. Y eso los obligó a poner una respuesta automática que decía “si pensás que somos una página porno te podés ir ya”. Y no volvió a pasar. De ahora en más, Los Culos pretenden conquistar el mundo y encarar el proyecto con la mayor seriedad. “Espiritualmente y mentalmente también hay evolución de cómo encaramos las cosas, qué queremos hacer, cómo queremos llegar. Hay una maduración a full, no queremos perder tiempo tampoco”, cierra Matto, y los tres coinciden en lograr cada meta que se proponen, como volverse cada vez más profesionales. 

Los Culos tocan con Viejo Puto y Duhalde el viernes 27 en Club Plasma (Piedras 1856, CABA) y el sábado 28 en Club Detroit (Av. Rivadavia 17558, Morón).