El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, canceló este jueves la esperada cumbre con el líder norcoreano Kim Jong Un, prevista para el 12 de junio en Singapur, y anunció la continuidad de las sanciones y una "presión máxima" sobre Pyongyang.

"Tristemente, ante la tremenda ira y la abierta hostilidad mostradas en su declaración más reciente, siento que es inapropiado, en este momento, tener esta reunión tan largamente planeada", expresó Trump en una carta a Kim, divulgada por la Casa Blanca.

Por ello, añadió el presidente estadounidense, "por el bien de ambas partes pero en detrimento del mundo, (la reunión) no tendrá lugar".

La decisión de Trump representa un rotundo cambio de rumbo en medio de un proceso de aproximación que tenía pendiente a la comunidad internacional ante la posibilidad real de una solución negociada a las tensiones en la península coreana.

La noticia de la cancelación de la reunión se conoció pocas horas después de que la agencia de prensa norcoreana KCNA asegurara que Pyongyang había desmantelado y demolido de forma "completa" un centro de pruebas nucleares, algo que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres saludó, aunque lamentó la ausencia de expertos internacionales.

Guterres también se mostró "profundamente preocupado" por la anulación de la reunión y exhortó "a todas las partes a mantener su diálogo para hallar una vía hacia una desnuclearización pacífica y verificable en la península coreana".

El presidente surcoreano, Moon Jae-In, dijo que "lamenta profundamente" la decisión de Trump de cancelar la cumbre y que "la desnuclearización de la península coreana y la paz permanente es una tarea histórica que no puede ser cancelada o retrasada".

De acuerdo con Trump, el mundo en general y Corea del Norte en particular "han perdido una gran oportunidad" de construir una paz duradera. "Esta oportunidad perdida es un momento verdaderamente triste en la historia", apuntó.

Más adelante agregó una velada amenaza a Kim: "Usted habla sobre sus capacidades nucleares, pero las nuestras son tan enormes y poderosas que le pido a Dios que jamás deban usarse".

Sin embargo, Trump mencionó haber sentido que "un magnífico diálogo se estaba construyendo entre usted y yo, y en última instancia es solo ese diálogo lo que importa. Espero con ansias conocerlo algún día".

Adelantó luego, en la Casa Blanca, que las sanciones y la campaña de "presión máxima" contra Pyongyang se mantendrán.

"Las sanciones, las más rígidas ya impuestas, y la campaña de presión máxima continuarán", dijo el presidente, quien también advirtió a Corea del Norte que evite eventuales "actos irresponsables".

Y agregó que su secretario de Defensa, James Mattis, le informó que las fuerzas estadounidenses están "listas" para cualquier eventualidad. En efecto, el Pentágono indicó que estaba "listo para responder" cualquier provocación de Pyongyang.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, por su parte, dijo ante la comisión de Relaciones Exteriores del Senado que la cumbre tenía pocas posibilidades de éxito. "No creo que estemos en una posición de creer que podría haber un resultado positivo", dijo y agregó que los negociadores estadounidenses no recibieron de la parte norcoreana "ninguna respuesta a nuestras demandas".

Trump y Kim habían acordado reunirse en Singapur para discutir mecanismos para poner fin a los programas de armas nucleares de Corea del Norte.

En ese proceso de aproximación, Pyongyang liberó a tres ciudadanos estadounidenses detenidos, en tanto Kim sostuvo un histórico encuentro con Moon Jae-in en la zona desmilitarizada que divide la península.

Sin embargo, en las dos últimas semanas se hicieron evidentes las divergencias sobre las expectativas de de Washington y Pyongyang sobre los alcances de la negociación.

Mientras Estados Unidos insistía en la desnuclearización de la península coreana, Pyongyang nunca escondió su deseo de incluir en la agenda la presencia de 30.000 soldados estadounidenses en Corea del Sur, algo que Washington se niega a discutir.

El súbito enfriamiento motivó la visita urgente el martes del presidente surcoreano a Washington para convencer a Trump de mantener en pie la reunión con Kim.

Al recibir a Moon en la Casa Blanca, Trump admitió que la cumbre podría ocurrir en otro momento, un reconocimiento tácito de las dificultades surgidas.

Ambas partes protagonizaron además una escalada retórica. Por ejemplo, el vicepresidente Mike Pence mencionó en una entrevista que Kim podría terminar sus días como el exlíder libio Muamar Gadafi. En respuesta, la vicecanciller norcoreana, Choe Son Hui, calificó a Pence de "ignorante y estúpido".

Ayer Trump había dado una señal de optimismo al decir que la decisión final sobre la realización de la cumbre se conocería "en la próxima semana".

Por ello, la ONU había levantado temporalmente la prohibición de viajes internacionales a los funcionarios norcoreanos, para que pudieran ir a Singapur para reunirse con los negociadores estadounidenses para preparar la cumbre.