“No podés quemarme, no podés aplastarme y definitivamente no podés romperme. ¿Querés probarme? Te espero acá. No voy a irme a ningún lado”, grita el protagonista de Luke Cage (Mike Colter). Los trece episodios de la segunda temporada podrán verse por Netflix desde el próximo viernes. Este es el octavo producto que sale por esa empresa on demand de su vínculo con Marvel. La serie pertenece al denominado universo cinemático del sello, pero con bastante autonomía como para andar por la Nueva York de los bajos fondos. Si en Jessica Jones y Dardevil recorrían la zona portuaria de Hell’s Kitchen, acá Harlem brota con su vena más acalorada gracias a un morocho galvanizado contra todo.

“Es un negro a prueba de balas, el Bogeyman de las pesadillas hecho en el ghetto”, lo definen. El nuevo villano es John “Bushmaster” McIver, un inmigrante jamaiquino cuya ascensión al inframundo criminal lo pone en una ruta de colisión con Cage. Retratado por Mustafa Shakir, Bushmaster es un enemigo de fuste para Cage; que al cabo no es tan invencible como creía. Si en la primer temporada Cage era consistente por fuera y suave por dentro –como un tema de Marvin Gaye– ahora ya no hay tiempo para matices y su historia resuena como un rap de Tupac Shakur.