El taxista estaba en Ezeiza con un cartel que decía “Pan para el mundo” cuando fue abordado por dos miembros de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, quienes no muy amablemente lo conminaron a bajar el cartelito. Lo acusaban de estar encabezando una protesta política. Lo llevaron aparte, lo obligaron a identificarse, lo registraron para verificar que no estuviera armado y una vez que dio sus explicaciones lo dejaron seguir trabajando. Es que estaba esperando la llegada de un integrante de la ONG alemana “Brot für die Welt” (pan para el mundo), que iba a participar del Sínodo de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata. Al taxista le permitieron volver a esperar al pasajero, pero lo obligaron a cambiar el cartel para que sólo figurara el nombre de la persona. “El episodio parecería risueño si no fuera que esconde la violación de varias garantías constitucionales. Refleja el clima que se está viviendo en Argentina”, manifestó Nicolás Rosenthal, director de la Fundación Hora de Obrar.