Cuando el Grupo Kosmos, liderado por el futbolista Gerard Piqué, y la Federación Internacional de Tenis se propusieron impulsar este año un cambio radical en la Copa Davis tenían un objetivo muy claro: volver a seducir a los mejores tenistas del mundo, algo que había dejado de suceder en los últimos tiempos y había generado cierto desinterés por la competencia. Un dineral invertido por los próximos 25 años –tres mil millones de dólares– y una modificación en el formato de disputa revolucionaron el mundo del tenis de forma tan profunda que la ITF y Piqué comenzaron a encontrarse con pesos pesados del otro lado del ring.

La primera gran estrella que exhibió su malestar fue el mismísimo Roger Federer, quien comenzó a ver en la renovada Copa Davis una amenaza directa para la Laver Cup, la criatura que desarrolló junto con su representante Tony Godsick y que emergió como una exhibición de fin de semana post US Open capaz de desplegar un espectáculo de nivel internacional. Si bien la edición inaugural de las finales por la ensaladera serán del 18 al 24 de noviembre de 2019 en Madrid como cierre de la temporada, por pedido de los jugadores top podría trasladar su fecha a septiembre para después del Abierto de Estados Unidos y colisionar con los intereses de Federer.

Ayer, en consonancia con las trabas para el proyecto de Piqué, la ATP presentó su nueva competición por equipos, la Copa ATP, que tuvo su lanzamiento oficial en Londres durante el Torneo de Maestros. El organismo contó con el apoyo directo de Tennis Australia, la única de las cinco federaciones más poderosas que había votado en contra de la modificación de la Copa Davis en la asamblea de ITF de agosto. El torneo marcará el inicio de la temporada desde 2020 y se jugará en tres ciudades de Australia –aún sin anuncio oficial–, durante un período de diez días y con un total de 24 países distribuidos en seis zonas de cuatro cada una.

Chris Kermode, director ejecutivo de la ATP, y Craig Tiley, CEO de Tennis Australia, fueron los encargados de revelar los detalles de este nuevo certamen por equipos que llega para ocupar de alguna manera el vacío que dejó la desaparición de la Copa del Mundo de Dusseldorf, que se disputó de 1978 a 2012 sobre polvo de ladrillo en la previa de Roland Garros. El torneo tendrá un diferencial adicional: más allá de que entregará cinco millones de dólares menos en premios oficiales respecto de la nueva Davis –15 contra 20–, otorgará hasta 750 puntos para el ranking ATP a los integrantes del seleccionado campeón.

Novak Djokovic, número uno del mundo y presidente del Consejo de Jugadores de la ATP, estuvo en la presentación junto con otros tenistas en una clara muestra de apoyo. “Me gusta que haya puntos en juego, será la mejor manera de arrancar la temporada. Es un orgullo representar a mi país”, analizó el serbio, quien fuera campeón de la Copa Davis en 2010.

Tanto Federer como Djokovic marcaron distancias con Rafael Nadal, la única de las grandes figuras que ya se comprometió con Piqué y con Madrid para participar en la innovadora Copa Davis, cuya final tendrá seis naciones participantes menos que la reactivada Copa del Mundo de la ATP. El serbio, que finalizará la temporada en la cima del ranking por quinta vez en su carrera, había declarado “insostenible” que haya tres competencias por equipos, en referencia también a la Laver Cup. Kermode y Tiley, sin embargo, habían sostenido que sí era posible realizar esa cantidad de torneos representativos por año. Ambos dirigentes saben que, con este nuevo lanzamiento, le propician un golpe directo a la Davis y tienen todas las de ganar en el cruce de intereses: además del apoyo de Federer y Djokovic, la nueva Copa ATP no se jugará durante las fechas de vacaciones de los jugadores y también contará con el plus de los puntos para el ranking. Además, si bien ambos certámenes se desarrollarán con series de dos singles y un doble, la Copa ATP tendrá tres días más de juego y no será tan compacta como la final por la ensaladera.

Por todas esas razones tanto Piqué como otros miembros del Grupo Kosmos, entre ellos Albert Costa, director de las finales de la Davis, campeón en 2000 como jugador y en 2011 como capitán, mantuvieron reuniones con dirigentes de la ATP para intentar llegar a un acuerdo sobre las fechas aunque todavía el futuro es incierto.

“La Copa Davis tiene 118 años de historia y lo de la ATP es un proyecto que no está constituido”, había remarcado Piqué semanas atrás en la presentación de Madrid como sede de las finales. El defensor de Barcelona, no obstante, dejó pasar un detalle no menor: la nueva Davis sólo mantendrá el nombre como similitud con la centenaria ensaladera. Y el contragolpe de la ATP, con un torneo de disputa semejante, no se hizo esperar. Esta nueva Copa ya no es un proyecto; es un hecho y sólo resta saber cuáles serán las consecuencias que dejarán sus coletazos. La guerra de gigantes acaba de comenzar.