El fetiche por lo decadente cobra renovados bríos con Abandoned Nordic, proyecto de arte visual de una dupla de finlandeses, gustosamente entregados a registrar desatendidas construcciones de su Helsinski natal y ciudades aledañas. “Viajamos hacia lugares abandonados a lo largo y ancho de los países nórdicos y más allá, buscando sitios que han sido capturados por el silencio”, es la breve descripción con la que la fotógrafa Tanja Palmunen y el escritor Kimmo Parhiala presentan su iniciativa, que combina –a decir del dúo– “imágenes cautivadoras con sus historias de aventuras, con el objetivo de generar un registro duro pero, a la vez, intrigante de la silvestre vida urbana”. Así, sea a través de su homónima web o de su cuenta Instagram, registran estos pichones de detectives toda suerte de hallazgos que antaño tuvieran su época de esplendor: desde ruinas militares soviéticas, iglesias o instituciones psiquiátricas, hasta viejas estaciones de radio, cementerios de autos, escuelas y casas solariegas. Dando una pormenorizada crónica sobre el eureka inicial y los descubrimientos que le siguieron, pero negándose de lleno a compartir las exactas coordenadas de sus tesoritos en proceso de desaparición. “Muchas personas nos ha pedido la ubicación de estos lugares, pero hemos decidido que no queremos quitarles el placer de la exploración. En todo caso, los hallarán usando Google Street View y ejercitando el ingenio”, anotan los reservados artistas, que han dado con sus locaciones recorriendo remotos rincones de Finlandia, Suecia y Noruega, además de Estonia, Letonia, Lituania, Rumania y Polonia. “Estos últimos tres años, hemos tenido que gatear, escalar y caminar durante horas, y a menudo somos recibidos por abundante vegetación, incluso algún que otro rottweiler”, comentan quienes ya se han acostumbrado a lidiar con basura, moho y polvo, e inclementes mañanas de nieve y lluvia. Si perseveran, dicen, es porque lo suyo es una auténtica carrera contra el tiempo, que busca retratar lo que eventualmente caerá por desatención o vandalismo. Y porque nunca se olvidan de llevar un termo de café: más que un aliado, un amigo.