A mediados de 2015, un colega amigo me ofreció aceite de cannabis medicinal para mi hijo. Hacia un par de meses que él ponía el cuerpo y el alma para enfrentar una leucemia, cuyo diagnóstico había ensombrecido nuestras vidas. El colega amigo no dudó en ofrecerme un frasquito de esa poción mágica cuando me escuchó comentar que en esa  fase del tratamiento de quimioterapia estaba muy flaco, sin hambre, caído anímicamente y no comía. Durante los siete meses de quimio, tuvo distintos efectos colaterales: hambre voraz, fuertes jaquecas, algunas náuseas,  vómitos  e inapetencia y decaimiento. Con homeopatía, que me recomendó otro colega amigo, pudo sortear la tormenta con mejor calidad de vida.

Cuando un ser querido enfrenta circunstancias tan dolorosas buscamos alternativas a la medicina tradicional que puedan, al menos, aliviarlo. Desearíamos poner nuestro propio cuerpo en lugar del suyo. Pero es imposible. 

Había escuchado sobre el aceite de cannabis medicinal y sus múltiples y beneficiosos efectos probados en el mundo. Pero en realidad no sabia tanto y una cosa es leer y otra decidir suministrárselo a un hijo de 14 años. 

Volví a casa y leí más. Lo comentamos con el padre. Y ambos decidimos que se lo íbamos a dar. Por algún prurito, optamos por no decirle a él de qué se trataban realmente esas gotitas con gusto a aceite de oliva que le dábamos por las mañanas, en el desayuno, cómo me indicaron. Le decía que eran unas gotitas mágicas que había conseguido. Y punto. Ahora me siento un poco tonta por negarle en ese momento la verdad, que tiempo después le revelé, cuando ya estaba repuesto. 

La dosis la tomó un par de meses, cuando la necesitó. Si lo hubiera necesitado de por vida, no hubiera dudado en aprender a preparar el aceite y a cultivar mis propias plantas de marihuana. ¿Cómo es posible que se siga persiguiendo a quienes lo hacen? Es una medicina probada científicamente. Hay cientos de papers que lo confirman. Es indignante que la ley se haya quedado a mitad de camino, después de que se escucharan los relatos conmovedores de tantas madres, y de adultos con enfermedades tan crueles, algunas terminales, que han visto en sus hijos o hijas o en ellos mismos resultados tan favorables.    

El artículo 8  de la ley 27350  de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados dice que se crea un "Registro Nacional Voluntario a los fines de 'autorizar' en virtud de lo dispuesto por el artículo 5 de la ley 23737". El artículo quinto de esa ley, que es la de drogas, dice que no se puede cultivar "salvo autorización".

Durante el tratamiento de la Ley 27350, diputados de Cambiemos les aseguraron a las madres que con la creación de ese registro iban a poder cultivar plantas de marihuana. Al momento de la reglamentación, transformaron ese registro, en un programa de investigación. Lleva 6 meses la reglamentación. Sólo 10 personas se anotaron en el programa. La desinformación y la mala leche pueden ser un combo peligroso, sobre todo si quienes las conjugan están en la función pública.