Martín Kohan terminó de escribir una novela el año pasado. La publicación, a diferencia de otros escritores, no le quita el sueño.

“Estoy viendo qué hacer, no estoy convencido, dudo. Ahora la tendría que pasar porque está escrita en un cuaderno y siempre surge otra cosa. Y que me surja otra cosa es una señal”, cuenta el escritor. “La novela es como una comedia; el registro de la risa, de la parodia, me gusta. La novela es sobre un nacionalista argentino, con todas las marcas de un nacionalismo xenófobo ‘cordial’, un oxímoron de hasta dónde puede ser cordial un nacionalista. Es un infeliz, un pobre tipo, que se enamora de la boliviana de la verdulería de la esquina de su casa. Es un narrador en primera testigo de lo que le pasa. Es el colapso de esa subjetividad, contado por el que lo mira desde un local de enfrente y que también habla con él”, resume Kohan.

–¿De qué duda respecto de la novela?

–No sé si no es más de lo mismo, porque no estaría muy lejos de Cuentas pendientes o de El informe… Es importante no estar nunca bajo la ansiedad de la publicación. La escritura es un fin en sí misma, yo escribo porque me gusta escribir y trato de que no haya incidencia por publicar. Me parece bien decir “no”, en las antípodas de publicar, publicar, publicar y que escribir sea una especie de escollo que hay que sobrepasar para poder publicar. Me interesa pensarlo al revés: que la carga, la expectativa, el deseo, esté en escribir y después ver qué es lo que surge de ese escribir. Una de las ventajas que tiene la literatura es que no estás sometido a los plazos, a la urgencia. El mundo no espera la obra que uno está escribiendo con “mayúsculas”.