PLáSTICA › CHACO: INTERVENCIONES URBANAS EN LA CRISIS

Resistencia desde el arte

El encuentro “Proyecto Resistencia 2002”, realizado en la capital chaqueña, reunió a un grupo de artistas que apeló a un “arte urgente” para hablar de la crisis argentina.

Por Francisco
Ali-Brouchoud *
Desde Resistencia

Podría decirse que el status de objeto de arte es algo cotidiano para los habitantes de la capital chaqueña: es sabido que en la mayoría de sus calles y paseos conviven esculturas de todos los estilos, materiales y dimensiones. La constancia de estas presencias pasó a convertirse en un rasgo determinante de un paisaje ciudadano por lo demás singularmente llano y estructurado. El trazado urbano es una rigurosa cuadrícula, intento de racionalismo organizador que ha sido sometido, como en todas las ciudades del interior del país, a la gimnasia de la crisis, y su serie de comercios e industrias cerrados, migración rural, desocupación y pobreza crecientes.
Sin embargo, esta ciudad acostumbrada a las manifestaciones más convencionales del arte, se sorprendió con las acciones que se llevaron a cabo entre el 28 de octubre y el 1º de este mes, como parte del Proyecto Resistencia 2002. Se trata de un encuentro de intervenciones urbanas organizado por dos jóvenes artistas locales, Diego Figueroa y Diego Acuña, con el apoyo de la subsecretaría de Cultura del Chaco, quienes invitaron a participar a Hugo Vidal, Cristina Piffer y Paula Abalos (de Buenos Aires), el grupo Paré (de Misiones) y a Andrés Bancalari (chaqueño) para esta primera edición de la convocatoria.
Todos los proyectos participantes tuvieron un aspecto en común, que tal vez pueda postularse como característico del actual momento histórico y artístico: la necesidad de recurrir a un “arte urgente” y “a la mano” para hablar de lo que ocurre en un país al borde de la disolución nacional, y de las diversas manifestaciones que emergen en dicha situación de catástrofe.
Así, inevitablemente, las obras buscaron articularse, de una u otra forma, desde una dimensión política, recurriendo a elementos del contexto para producir sus sentidos.
Luego de dos días de relevamiento y trabajo de campo, los artistas comenzaron a desplegar sus propuestas en los sitios previamente asignados.
La degradación de las economías rurales y el consecuente éxodo hacia la ciudad, lo que en el caso del Chaco afecta sobre todo a la producción de algodón, fue abordada por dos de las intervenciones, la de Hugo Vidal y Cristina Piffer y la del grupo Paré, quienes trabajaron explícitamente con el principal producto provincial como material.
Vidal y Piffer presentaron tres obras distintas: un trabajo sobre el nombre propio de la ciudad, mediante stickers con la palabra “Resistencia” impresa, en la que la segunda “i” está invertida, y que de acuerdo a la propuesta de los artistas fueron distribuidos en la vía pública “sin indicaciones ni mandato” de uso alguno; Constelación, una “carta celeste” diseñada sobre el mapa de la ciudad, donde el conjunto de “estrellas” que aparece está formado por las fábricas y comercios vinculados con la industria del algodón que debieron cerrar por la crisis, cada uno con la indicación de la cantidad de puestos de trabajo perdidos, y la posterior colocación, en cada uno de estos lugares, de luces intermitentes que instalaban otra ironía sobre el símil invocado; y una línea de fardos de algodón de 200 kilos sobre la plaza principal, que vinculaba la Casa de Gobierno con el Banco del Chaco. Línea incompleta, una perspectiva posible como señalamiento geométrico de una política del olvido, de la que esos cubos compactados –de consistencia sólida y maleable–, con su presencia desconcertante en la plaza, fueron un singular recordatorio visual.
Por su parte, el proyecto presentado por el grupo Paré, Horario de cosecha 20 hs, devino en un verdadero experimento sociológico, que los artistas no habían previsto. Utilizaron, como en su obra anterior, Neoevo –comentada oportunamente en estas páginas–, el desplazamiento metafórico para producir una acción artística partiendo de lo literal de unasituación de violencia social, y eligieron mostrar a los cartoneros como “cosecheros” urbanos. Durante tres días contactaron a recolectores de cartón de la ciudad, que aquí se desplazan en carros tirados por caballos, y les compraron el material a un precio por kilo sustancialmente mayor al pagado en el mercado, con la consigna de que podrían recuperarlo al finalizar la intervención, que consistió en distribuir “surcos” de pilas de cartón alternados con otros surcos, hechos de rezagos de algodón en una calle céntrica. El establecimiento de un tiempo de espera para el inicio de la acción contribuyó al incremento de la tensión por parte de los cartoneros, un buen número de los cuales comenzó a llegar horas antes de la intervención, y cuyos carros obligaron a cortar el tránsito en una de las calles de mayor tránsito de la ciudad. La ansiedad por recuperar el cartón generó un principio de batalla campal, que fue evitada por mediación del grupo de artistas para que hubiera un acuerdo en el reparto. Igualmente, la recolección, en la que niños y adultos corrían precipitadamente, entre nubes de polvo de algodón, para llevarse la mayor cantidad posible de cartón, produjo episodios de gran tensión e imágenes de fuerte impacto. Una vez retirado el material, debajo de cada surco podía leerse el siguiente texto: “0,28 x kg. ¿Resistís?”.
Paula Abalos diseminó en el centro de Resistencia, Promesas 2003-2007, una serie de bolsas de papel infladas y vacías, que tenían impresos los rostros de seis de los precandidatos presidenciales con mayor presencia en las encuestas: Rodríguez Saá, Elisa Carrió, Menem, Kirchner, De la Sota y López Murphy. Las bolsas fueron adheridas a afiches de campaña, paredes y algunos edificios representativos, como la Casa de Gobierno, despertando algunas reacciones, como cierta preocupación oficial y la actitud de transeúntes que se encargaron de quitarlas, romperlas o apropiarse de ellas.
La artista también presentó otro proyecto, uno de sus inflables, en este caso Aloe Vera Transgénico, un perturbador erizo de grandes dimensiones que fue instalado frente al Museo de Ciencias de la ciudad.
El artista chaqueño Andrés Bancalari buscó una vía personal e intimista con su obra Reflexión, consistente en pequeños espejos rectangulares, pegados a la altura de los ojos de los espectadores en diversas paredes del centro de Resistencia, acompañados cada uno por una pregunta de una lista de 50 interrogantes, como una suerte de examen de conciencia personal, de cuestionamiento de la cotidianidad de la crisis y de la incertidumbre política y económica. Esta obra estaba destinada a detener el paso de los transeúntes atentos a la casi imperceptible irrupción, que confronta y refleja, interpelando de manera silenciosa a quienes se sintieran llamados a mirarse a los ojos en la pequeña superficie.
Una intervención artística, en su dimensión de arte público, siempre tiene algo de operación quirúrgica ejercida sobre un tejido urbano o social. También se trata de una suerte de mediación entre la ciudad y sus habitantes, que se convierten en espectadores de sus propias representaciones. Cada artista extrae o pone en evidencia un significado que subyace a la matriz de relaciones espaciales, económicas, políticas, sociales y culturales que constituyen un conglomerado humano con sus especificidades e idiosincrasia particulares, irrumpe e interrumpe dicha red generando una visualidad alternativa. Y es sin duda ésta una de las maneras en las que el arte contemporáneo retoma su contacto con la trama de referencias de la sociedad en la que actúa. En este sentido, Proyecto Resistencia configuró un espacio necesario y vivificante para el arte de esta región del país.

* Artista plástico y crítico de arte de Misiones.

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“Promesas 2003-2007”, intervención urbana de Paula Abalos en las paredes de Resistencia.
 
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