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Arte contemporáneo, pensado y hecho en el Nordeste argentino

Los encuentros para artistas del NE, que se vienen realizando desde 1997 con el apoyo de la Fundación Antorchas, generaron un notable cambio en las artes visuales de la región.

Por Francisco Alí-Brouchoud *
Desde Posadas

Posadas, donde reina, al decir de Macedonio Fernández, “el claro misterio de la siesta”, la ciudad donde el genial escritor residió algún tiempo, hace ya más de 90 años, buscando en este paisaje desmesurado un territorio ideal y utópico que luego convocaría en sus textos, es, desde 1997, un sitio que congrega a artistas visuales de la región del Nordeste, que incluye a esta provincia, Corrientes, Chaco y Formosa, gracias al firme y sostenido apoyo que la Fundación Antorchas ha sabido concentrar en los tres sucesivos Encuentros de Producción y Análisis de Obra realizados aquí.
A más de mil kilómetros de Buenos Aires, en el terreno estético, la siesta puede ser ese lugar autorreflexivo al que aludía Macedonio, o un adormecimiento provinciano paralizante y escasamente consciente de sus intenciones.
Es que si el arte del presente es ese lugar incierto y abierto, donde todo ha sido hecho ya, y todo es aún posible, intentar mantenerse atento e informado de las tendencias y los principales pulsos de la creación contemporánea en esa –vista desde la Capital– vaga e informe región denominada “interior” (excluyendo tal vez a otros grandes centros urbanos del país, como Córdoba y Rosario), tal propósito puede resultar una tarea ardua y solitaria, si no se generan colectivos capaces de alentar a sus miembros a ir más allá del panorama imperante: series académicas y “regionalismos” varios afincados en la reproducción paisajística de un pseudoimpresionismo esclerosado, o un difuso “modernismo” que en términos de imagen, puede datar de 60 ó 70 años atrás.
Este último encuentro, que comenzó en junio de 2001 y concluye ahora, en marzo, reúne a una diversidad de artistas que producen desde los soportes más diversos: pintura, instalaciones, objetos, fotografía, grabado, reproducción digital, video, y cuenta con el aporte de las miradas de dos artistas y dos críticos porteños: Sergio Bazán, Luis Wells, Fabián Lebenglik y Laura Batkis.
Los talleres se realizan en el marco de otro proyecto, casi utópico, si se considera el perpetuo estado de crisis de la universidad argentina, llevado hoy a límites insostenibles: la creación del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional de Misiones (Mac-Unam), que viene gestándose desde hace más de dos años, y dispone actualmente de un espacio propio como punto de partida.
La dinámica de los encuentros propiciados por Antorchas en Misiones, al igual que en varios otros puntos del país, apunta a clarificar las intenciones de los participantes a través de la reflexión sobre la propia obra, lo que se convierte en una oportunidad para que, al irse solidificando y potenciando los proyectos individuales, se vaya transformando paulatinamente la praxis artística local, ampliando el campo de las artes visuales regionales.
Los artistas y críticos que coordinan estos encuentros destacan el carácter crucial de los mismos para alentar el desarrollo regional de un pensamiento artístico, y asimismo, favorecer la circulación de las obras. Desde su lugar de crítica, Laura Batkis cree que las becas que promueve Antorchas “son fundamentales para que los artistas y teóricos de Buenos Aires puedan conocer la producción artística que se está desarrollando en la Argentina. En mi caso particular, jamás hubiera podido tener acceso directo a los artistas de Misiones si no hubiera sido por este medio.”
Wells observa otra cuestión positiva, la “retroalimentación entre los artistas locales. Veo que ha habido una evolución, tanto en el Norte como en Sur, los dos lugares donde he estado trabajando.” Bazán ve en este proyecto la generación de una “necesaria apertura en los artistas, en las distintas regiones del país, a veces tan cerradas por las academias agobiantes”, y defiende “la idea de cuestionar, desplazar, discutir, estudiar y crear en relación con otros artistas en un proyecto, lo cual es oxigenante”.
También hay coincidencias a la hora de evaluar la posible diferencia entre un artista que produce en Buenos Aires y otro que lo hace desde el interior, y que se reduce, básicamente, al mayor acceso a la información que posee este último.
Según Bazán, “los artistas siempre son diferentes. Ahora, las personas que viven en grandes ciudades, escuchan otra música, ven qué los puede diferenciar de la obra de otros artistas, pero de los artistas que buscan, se mueven y están inquietos e incómodos en todas partes.” Por su parte, Wells considera que el sitio de residencia “influye, pero no en la personalidad del artista, sino en los medios para realizar las obras.”
Para él, en ocasiones, un artista del interior, para hacer una obra relativamente compleja en cuanto a materiales, debe recurrir a un esfuerzo que “es un acto de heroísmo. El hecho creativo, pasa a ser todo lo que el artista debe hacer para concretar esa obra, más que la obra en sí.”
Batkis también encuentra en el caso de Misiones, una particularidad: “A diferencia de otras provincias que he recorrido, los artistas están muy vinculados con su entorno regional, con el paisaje local y su contexto. Eso le confiere a la producción de los artistas un carácter propio, que los distingue de otras regiones de la Argentina. Esta particularidad es una cualidad a destacar.”
Sergio Bazán, quien participó de las tres ediciones de los encuentros, traza un análisis de lo acontecido hasta aquí: “Cuando llegué por primera vez, los hallé un poco deprimidos por no encontrar la forma de trabajar en un proyecto. Obviamente, esto se fue modificando. Es la entrega lo que produce la transición de lo formal a la innovación. Este proyecto exige producción y discusión, por tal motivo pone en cuestión el resto de los valores.”
El futuro, pues, está abierto y la consolidación de lo conseguido depende de la continuidad del espacio ganado, que para Batkis pasa por “la creación de museos de arte con sus respectivas bibliotecas”, y que para Bazán, se complementa con un “sumar para no decaer, ‘nutrir’, continuar trabajando con los artistas que ya asistieron a por lo menos dos de las clínicas y quieran seguir como artistas-docentes, en contacto fundamentalmente con los jóvenes.”
El balance de la experiencia demuestra, pues, que estas acciones permiten que el “arte de provincias” se vaya volviendo cada vez más atento a su tiempo, y a sus condiciones de producción, sin perder por ello la fuerte raigambre que mantiene con el contexto, en términos de identidad y respiración.

* Artista y crítico de arte misionero, coordinador de los Encuentros 2001 de Producción y Análisis de Obra para Artistas del Nordeste e integrante del proyecto del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional de Misiones.

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“Pirá” (2001, detalle), pintura de la artista misionera Yiyu Finke; 200 x 200 cm (arriba). “Klee”, acrílico de 2001 (abajo).
 
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