DEPORTES › EN ALEMANIA HUBO CONTAGIO AL POR MAYOR ENTRE LOS “OPOSITORES”

El Mundial les ganó a los “anti-fútbol”

Las “zonas prohibidas al fútbol” han sido muy poco frecuentadas en Alemania e, inclusive, los precursores de este operativo “antibalompié” han reconocido ser también víctimas de la euforia contagiosa que provoca la Copa del Mundo.

Hasta poco antes del puntapié inicial del torneo, el director de cine muniqués Stephan Barbarino contaba con hacer bastante ruido lanzando un movimiento de resistencia al furor mediático y del público vinculado al Mundial. En su sitio en Internet (www.fussballfreie zone.de), proponía sugerencias de tipo turístico, culturales o gastronómicas para escapar a este fenómeno, y ha tenido hasta 12 mil visitantes diarios. Pero, según se acerca la final, las consultas han mermado al punto de ser casi nulas.

“En este momento, es tal el ambiente que nos dejamos voluntariamente atrapar por la euforia”, explica Barbarino, quien reconoce haber capitulado.

Los pocos bares, restaurantes y cafés que creyeron que ganarían al renunciar a instalar pantallas gigantes o simples aparatos de televisión, ahora están que se suben por las paredes. Habían apostado por atraer a los “antifútbol”, destacando un logotipo en el que un balón está cruzado por el símbolo de “estacionamiento prohibido”.

Los sondeos revelaban al comienzo del Mundial que el 34 por ciento de las mujeres y el 21 por ciento de los hombres no se interesaban por el evento. Después las cosas comenzaron a cambiar: “Nadie podía dudar de que este Mundial fuera un éxito”, lamenta Richard Elster, propietario de una cervecería en Munich. Aficionado al fútbol, tuvo que conformarse con seguir los partidos por la radio e informar a sus clientes, cuando los tiene, porque “cuando Alemania jugaba (el local) quedaba vacío”.

Sin embargo, Berlín, que tuvo la mayor afluencia de aficionados del país, parece ser la excepción y, por lo tanto, es el último reducto para los que pasan por completo del fútbol. “Los restaurantes dotados de televisores están vacíos porque la gente prefiere ir a las grandes manifestaciones (en la fan-meile, espacio para los aficionados). Mientras aquellos que no los tienen son muy frecuentados”, subraya Klaus-Dieter Richter, vicepresidente de la Federación de hoteles y restaurantes berlineses.

Pero, destaca Richter, sólo los cafés-restaurantes ubicados en las cercanías de la fan-meile, la zona céntrica de 2,5 kilómetros cuadrados reservada a los hinchas, realmente se han beneficiado de la afluencia extraordinaria de turistas. Y, de señalar con un dedo a los culpables: son el equipo nacional de fútbol y su entrenador Jürgen Klinsmann. “Para los negocios hubiese sido mejor que los eliminasen antes...”.

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Las lágrimas de Oliver Bierhoff, manager de la selección.
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