DEPORTES › EL PAíS ORGANIZADOR ASPIRA A QUEDARSE CON EL PRIMER LUGAR

EE.UU. tiembla, China despertó

Con una inversión millonaria y con la motivación de ser local, el gigante asiático aparece con reales posibilidades de desbancar del tope del medallero olímpico a Estados Unidos, el histórico líder de los Juegos. ¿Será el fin de la hegemonía?

 Por Gustavo Veiga

No hacía falta la ceremonia de apertura en el Nido (ese majestuoso estadio para 91 mil personas) para comprobar de qué son capaces los chinos. Ya lo había vaticinado Napoleón hace dos siglos: “Cuando China despierte, el mundo temblará”. Los Juegos de Beijing, en todo caso, ponen blanco sobre negro lo que se nos viene encima. ¿Estamos en vísperas del fin de una hegemonía deportiva? ¿Estados Unidos, que domina el medallero desde la caída de la Unión Soviética, será superado esta vez? Hay varios indicios que lo confirman, desde un estudio científico realizado por la británica Sheffield Hallam University (previó que China podría ganar 46 medallas de oro y apoderarse del primer puesto) hasta un repaso al progreso de esta potencia mundial (que hace décadas superó el cliché de gigante asiático).

Todo indica que el cuarto puesto en Atlanta ’96, el tercero en Sydney 2000 y el segundo en Atenas 2004 deberían culminar el proceso evolutivo con la cima en Beijing, aunque se trata de deporte y no de una apertura prolijamente organizada en clave china. Debía hacerse el día 8 del mes ocho de 2008, a las 8.08 de la noche, y así fue. Curiosamente, la cábala se cumplió en un país cuyo Estado es oficialmente ateo.

Aunque ahora resulte extraño, en la historia del movimiento olímpico China ha estado muy cerca de Estados Unidos. En 1932 debutó en sus primeros Juegos, en Los Angeles. Tras una prolongada ausencia de las competencias organizadas por el COI (las abandonó en 1958 porque participaba Taiwán), regresó en 1984. Una rara coincidencia hizo que la cita se repitiera en Los Angeles. Con Rumania y Yugoslavia, fueron los únicos países comunistas que asistieron a EE.UU., ya que casi todo el bloque soviético boicoteó los Juegos. En cambio, cuatro años antes, China no había estado en Moscú, donde Estados Unidos propició lo mismo (un boicot al que se sumó la dictadura militar argentina).

Con la desaparición de la URSS, los chinos tomaron la posta y empezaron a discutir la hegemonía norteamericana. Un desafío que hoy se apoya en disciplinas como gimnasia, tenis de mesa, saltos ornamentales, badmington, taekwondo, remo, tiro, judo y arquería, aunque en menor medida en atletismo y natación, los dos deportes que entregan más medallas. Pero su presencia masiva (639 atletas) y la condición de local equilibran la balanza con Estados Unidos, que supera a China en las pistas y la pileta.

Quienes consideran que el primer puesto cambiará de dueño en Beijing son los investigadores de la Sheffield Hallam University. Es más, anticiparon que China destronará a EE.UU. basándose en estudios sobre inversión y los resultados más recientes de sus atletas. “Hemos previsto que logrará 46 medallas de oro...”, declaró Simón Shibli, miembro de esa universidad y director del Sport Industry Research Centre.

Estos pronósticos no serían posibles sin una sólida estructura colocada al servicio del deporte. En primer lugar, el “sistema de entrenamiento a tres niveles”, que las potenciales promesas deben atravesar para llegar a la elite. De las escuelas locales se pasa a los equipos provinciales y de éstos al nacional. Según datos del Comité Olímpico Chino, desde 2003, y gracias a esa pirámide que debe escalarse, el país logró 1692 records en torneos internacionales y 114 títulos en siete Juegos Olímpicos, contando los de verano e invierno.

Además, existen unas 3000 escuelas de iniciación deportiva y, según cifras actualizadas, hoy se entrenan en ellas unos 6 millones de atletas. Esa cantidad se explica porque el 37 por ciento de la población de entre 7 y 70 años practica algún deporte y más del 60 por ciento de los habitantes de las ciudades cultivan disciplinas en los clubes. Y en todo el país hay más de 616 mil estadios y gimnasios. Una herencia de los líderes comunistas de la década del ’50, donde se destaca la escuela de Shishahai. Con un presupuesto de 30 millones de dólares anuales, es el laboratorio más sofisticado para la producción de atletas seriados.

Aunque, claro, todo sistema tiene su grieta. Según la agencia oficial de noticias, Xinhua, 6000 deportistas se retiran cada año y después se encuentran en problemas para insertarse laboralmente o recuperar sus estudios, porque casi lo único que hicieron durante su vida fue entrenarse hasta ocho horas por día. En un país de 1300 millones de habitantes son apenas un puñado, pero para los chinos representan un problema.

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Los chinos se prepararon para dominar el mundo deportivo en sus Juegos Olímpicos.
 
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