DEPORTES › EL RENDIMIENTO INDIVIDUAL DE BOCA RESULTó PARA EL OLVIDO

Casi nadie se salvó del incendio

 Por Facundo Martínez

El Superclásico terminó de definir un concepto: desde la llegada de Claudio Borghi, lejos de evolucionar con el correr de los partidos, el equipo involucionó. La actuación individual y colectiva de ayer en el Monumental confirmó que este Boca no está para nada serio, que es un equipo en transición, que juega sin ganas ni ideas ni movilidad ni desfachatez, que no transmite convicción ni seguridad.

Salvo el arquero García y el central Insaurralde, a Boca le falló prácticamente todo. Empezando por Riquelme, quien a los diez minutos del partido pidió el cambio –por una molestia muscular– y después decidió jugar hasta los 45 para que Acevedo lo anticipara y le quitara cada vez la pelota. El enganche, que tuvo poco contacto con la pelota, tampoco encontró apoyo en Giménez ni Méndez.

Lo del ex Tigre fue desastroso: no ganó una sola pelota ni generó situaciones de gol. Su cabeza parecía estar en el otro Monumental, el de Victoria. Y así a Boca no le aporta prácticamente nada. El ex Central, en cambio, pareció hacer más de lo que realmente hizo. Intentó superar a Pereyra y Román en velocidad sobre la franja derecha, pero se enredó en su propia lentitud y, salvo un buen pase en el arranque para Mouche, no hizo más que complicar a sus propios compañeros con pases cortos y desprolijos. Battaglia, por su parte, aportó algo de ganas pero poca claridad y sufrió la habilidad y movilidad de Lamela.

En la defensa, Cellay no supo cómo frenar a Pereyra, incluso después de que éste superara a Méndez. El volante de River hizo estragos por su franja, sobre todo en la primera parte, en lo que fue el mejor momento de River en el partido. Tampoco se salvó Caruzzo, quien se morfó la cortina y perdió la marca de Maidana en el gol de River, aunque al igual que Insaurralde debió lidiar con la falta de actitud de sus compañeros y con el bueno de Pavone, quien anoche complicó bastante a la defensa boquense.

Párrafo aparte para Clemente Rodríguez, quien debió cargarse la responsabilidad de ser salida, tanto por izquierda como por derecha, cuando ingresó Monzón, y no hizo más que tirar pelotazos para la cabeza de Palermo, el goleador que ayer tuvo que hacer el trabajo sucio y prácticamente no inquietó, aunque sobre el final le dio una buena habilitación a Chávez, que la tiró arriba en la definición. Ni por adentro ni por afuera. Boca no ganó nada con el ingreso de Mouche, que no desequilibró y ni siquiera consiguió abrir la cancha. Tampoco aportó Viatri cuando lo reemplazó. Es que para entonces el desconcierto era general.

Lo más aceptable fue lo de García, quien asumió la responsabilidad de defender el arco que había perdido tras el cortocircuito entre Borghi y Lucchetti, y respondió. No pudo evitar el gol de Maidana, que lo tomó a contrapierna, pero antes había tapado un tiro libre de Acevedo y desvió un remate de Lamela y otro de Ortega.

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Borghi no encontró respuestas. Hoy anuncia su alejamiento.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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