“Todo pasa”, rezaba el anillo en el meñique izquierdo que Julio Grondona, mandamás de la AFA desde 1979, lució durante varias décadas. Finalmente, tras 34 años ininterrumpidos en su cargo, aquella enigmática frase terminó por darle la razón. “Hay un momento en el que tenés que darte cuenta solo de que hay cosas que tienen un principio y un fin”, aseguró, ayer, el dirigente, para justificar su decisión de abandonar la casa madre del fútbol argentino cuando termine su mandato, en 2015. El directivo de 81 años confirmó la noticia en una entrevista con Radio 10, en la que prefirió no hacer mención sobre su eventual sucesor. “Hay muchos muchachos y gente buena”, elogió. A su vez, advirtió que el que llegue “puede entrar tranquilamente”, porque la AFA posee “recursos fijos” que le permiten tener sus gastos “completamente cubiertos de aquí a 2022”. Asismismo, el directivo rechazó una posible renuncia antes de que venza su mandato. “La única forma que podría ser así, es si físicamente me encontrara mal, pero afortunadamente me encuentro perfectamente bien”, destacó. Por su parte, Juan Carlos Crespi, vicepresidente de Boca, pronosticó que de concretarse esa decisión “va a haber una libanización de la AFA”, en referencia a las fragmentaciones en que puede caer la directiva del fútbol. “Hay doscientos clubes, doscientos (dirigentes) van a querer” ser presidente, vaticinó el directivo. En tanto, Julio Baldomar, vice de Vélez, no se mostró sorprendido por el anuncio y estimó que la máxima entidad del fútbol argentino sin Grondona transitará de una política personalista a una más “colegiada y participativa”, por lo que se gobernará “por consenso”. Y sentenció: “Julio necesita descansar, se dio cuenta, por una cuestión de edad, de peso de trabajo, de responsabilidad”.