DEPORTES

Sergio, como Goycochea

 Por Adrián De Benedictis

Desde San Pablo

El paralelismo surge hasta sin querer. Como hace 24 años, la Selección Argentina encontró en las manos de su arquero la llave para meterse en una final mundialista. Aquella vez, en Nápoles, fueron las de Sergio Goycochea. Ayer en San Pablo, las de Sergio Romero. Y la historia los cruza de palo a palo.

Las dudas que generaba Romero antes del arranque del torneo se pueden equiparar con las que se tenían con Goycochea antes de Italia ’90. El hoy conductor televisivo era el tercer arquero, detrás de Nery Pumpido y de Luis Islas, pero el destino lo colocó de pronto en el centro de la escena. Islas no quiso ser suplente y no viajó, y Pumpido se fracturó a los diez minutos del segundo partido, ante la Unión Soviética. Entonces, el arquero de Millonarios de Colombia en aquel momento cargó sobre su espalda con toda la responsabilidad. Su rendimiento fue regular en los primeros encuentros, pero la consagración llegó con los penales que les atajó a Brnovic y Hadzibegic en los cuartos ante Yugoslavia y los que les contuvo a Donadoni y Serena en las semifinales ante Italia.

Para Romero, la desconfianza era parecida. Sin lugar en el Mónaco, a lo largo de la temporada 2013/2014 apenas jugó nueve partidos en su equipo, casi todos en la Copa de Francia. Su entrenador, Claudio Ranieri, optó por el croata Danijel Subasic, suplente de Pletikosa en Brasil 2014. Pero Alejandro Sabella, su técnico en la Selección, nunca tuvo dudas. “El arquero titular es Romero”, repitió durante los meses previos al torneo. “Me estoy preparando desde febrero, mi cabeza funcionaba pensando en el Mundial que estaba por delante”, contó el arquero misionero en una nota publicada por Página/12 el domingo 29 de junio.

Y la revancha llegó. Una actuación convincente ante Bosnia, una labor clave ante Irán, dos goles sin responsabilidad ante Nigeria y una atajada vital ante Suiza sirvieron para disipar dudas. Ante Bélgica ya tuvo un partido tranquilo, casi tanto como ayer. Hasta que llegaron los penales, justo ante Holanda y Louis Van Gaal, el entrenador que lo dirigió entre 2007 y 2011 en el AZ Alkmaar holandés.

Entonces, a Romero le apareció el espíritu de Goyco. Primero voló a su izquierda para tapar el remate de Vlaar. Luego, con una atajada para la historia, le sacó con las dos manos el derechazo a Sneijder, para dejar a Argentina en una nueva final. Y como le había pasado a Goycochea y como le había avisado Mascherano antes de la serie, era su momento para convertirse en héroe.

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