DEPORTES

El rebote

Por Adrián De Benedictis

Para olvidar pronto

La lucidez es una característica que suele ser importante, y a veces decisiva, en un fútbol con pocos espacios como el argentino. Lo que mostraron ayer los dos equipos fue a un grupo de jugadores con muchas carencias no sólo para desnivelar frente al adversario, sino también para aportar aptitudes que le permitan generar algo diferente. La falta de inteligencia fue alarmante, y comienza a ser algo distintivo en los futbolistas de este país. En ese aspecto, River había sido, en el inicio de este semestre, uno de los que más ofrecieron en claridad, atrevimiento y audacia. Pero arriba al final de la meta con ninguna de esas tres cualidades, para afrontar dos definiciones en simultáneo.

River dejó de lado la transparencia para trasladar la pelota, ya no se ubica en el campo rival con frecuencia, y perdió el poder ofensivo que mostró hasta hace algunas semanas. Como Boca tampoco es un equipo que derrocha brillantez, el que terminó perdiendo fue el juego, debido a que no hubo nadie que tuviera ese lucimiento para revertir la situación.

Y si a la falta de inventiva se le agrega nerviosismo, tensión y prepotencia de parte de los protagonistas, resulta todo para el olvido.

Por Pablo Vignone

¿Quién hizo negocio?

Frente a predicciones tremendistas más relacionadas con la realidad de ambos equipos en el inicio del semestre que con la pintura estrictamente actual, la igualdad sin goles que sacó Boca en su cancha puede despedir aroma a negocio. La especulación de un empate sin goles mediante en la revancha, en el territorio hostil del Monumental, redondea esa sensación, pero para hacer funcionar la caja registradora a los goles habrá que convertirlos.

Acaso pareció menos negocio para River, por la carencia de tantos en condición de visitante, por lo que cuesta partido a partido desembarcar en plenitud física, por lo que supone no ya un choque de 180 minutos por la semifinal, sino uno de 270 que contemple de paso la dura parada del domingo ante Racing, y que lo lleva a pisar con cuidado en lugar de arrollar.

Pero, en definitiva, a River los dos frentes se le mantienen abiertos. Boca, en cambio, lo arriesga todo en la quimera de uno o más goles de visitante. Con más recambio y resto físico, debe apostarlo todo al jueves, sin margen: el torneo local no le ofrece red. Aunque parezca lo contrario, es a River al que lo aprietan menos las circunstancias, aunque se sienta atosigado por el cansancio y la imposibilidad de la rotación.

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