DEPORTES › OPINION

Ninguno de los dos

Por Diego Bonadeo

Aunque las expectativas e incertidumbres pasaban demasiado más por el resultado que por el trámite, por las atávicas justificaciones anímicas de los unos y de los otros –son locales, es el partido de apertura, van de banca, van de punto, son visitantes, tendrán la presión del público porque juegan en su casa, ídem porque no juegan en su casa, y demás– a nadie le escapa que tanto Wallabies como Pumas dejaron por hacer un montón de cosas que todo el rugby esperaba de ellos, e hicieron varias otras, de las no rescatables, bastante inesperadas, tratándose de un encuentro de este nivel.
Dentro de lo absolutamente previsible estaba el 6-0 a favor con que los australianos llegaron al primer try, que terminó apoyando Sailor –la versión australiana de Lomu–, mientras el line-out argentino iba de error en error. Como tampoco funcionaba el scrum, los Wallabies comenzaron a optar por esta formación, cada vez que una pelota echada torcida por Ledesma a la hilera, les daba la alternativa. Era una especie de derrumbe de la vieja y absurda teoría “menefreguista”, de acuerdo a la cual “el que la tira, la saca”, como si no hubiese reglamentos a cumplir respecto de pelotas torcidas y demás contravenciones. Uno de los pocos momentos de oxígeno para el seleccionado argentino coincidió, paradójicamente, con la tarjeta amarilla por tackle sin pelota de Manuel Contepomi, que dejó al equipo nacional con uno menos por un rato, poco antes de la media hora. Pero era poco lo que los Pumas elaboraban desde la posesión de la pelota. Casi todo se limitaba a aprovechar pelotas sueltas o perdidas por los australianos, que de a ratos solamente –como en el caso del primer try– llegaron a la sucesión de pases y cambios de frente con fluidez y eficacia. Quizá lo más parecido a lo esperado se dio cuando Ledesma escapó por la boca del line después de una de las pocas pelotas ganadas en esa formación.
El primer episodio dramático del segundo tiempo fue una muy fea caída del australiano Griffin después de saltar a buscar una pelota de aire mal apuntalado por sus compañeros. Sin embargo, las notorias dificultades de los Pumas por crear rugby desde el borde de las formaciones –no funcionó desde el fijo el cuarteto Pichot-Longo-Pheelan-Martin– no impidió que en una de las pocas veces que se llegó con la pelota a las puntas, Corletto apoyara al lado de la bandera el único try argentino.
De salida casi aumentaron los Wallabies, pero el 24-8 final quedará sólo para las estadísticas. Ninguno de los dos, ni australianos, ni argentinos parecieron jugar por lo que estaban jugando.

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