DIALOGOS › ¿POR QUé ALDO SESSA?

El otro lado del espejo

 Por Andrew Graham-Yooll

Entrar al estudio de Aldo Sessa es atravesar el espejo y pasar a otra galaxia. Es una zona de tinieblas y revelaciones, por un lado paredes y techos cubiertos de pintura oscura. Por otro, el contraste con esa oscuridad de una iluminación feroz (la usada por los fotógrafos en sus estudios). La amplitud del espacio propio del “estudio” también ofrece el extremo comparado con el hecho que gran parte de la producción del dueño de casa se realiza en exteriores, en destinos abiertos, o en los perímetros minúsculos necesarios tan sólo para lograr una naturaleza muerta. Hay altas vitrinas con un despliegue de sus cincuenta libros de fotografías de múltiples temas en Argentina, principalmente. Los libros de Aldo Sessa son una presencia fuerte, por la abundancia y calidad de su contenido tanto como por el peso considerable de cada volumen, siempre presentes en regalos empresarios como en compras de turistas. Hay varias vitrinas más bajas que muestran una colección de cámaras, las de su abuelo fotógrafo, fundador de Laboratorios Alex, y otros aparatos adquiridos en Inglaterra, Francia e Italia, además de Buenos Aires. En las paredes fotos diversas, antiguas y de fabricación propia.

En la casa del Pasaje Bollini una puerta alta indica la presencia de una vieja caballeriza con piso de adoquines. En todas partes se ven objetos, muchos, algunos de colección, como un cartel de una antigua casa de óptica y los inevitables ejemplos de publicidad comercial de una época menos acelerada.

Apartado de la recepción y el estudio, subiendo por una escalera caracol, está un piso de complejo equipamiento, donde se guardan a la vista los más antiguos accesorios hasta lo más revolucionario de la era digital que ha usado Sessa y su equipo de tres técnicos. Suena el teléfono y Sessa contesta con un anacronismo, un aparato Panasonic de obsolescencia visible en el viejo plástico gris que alberga botones con y sin función. Hay una mesa de recursos, con una dentadura postiza, un zapallo que se seca bajo una película de polvo, varias flores marchitas que esperan ser usadas en alguna fantasía surrealista. Ah, también está el archivo, cajas y cajas de fotografías tomadas a lo largo de medio siglo.

Sessa es fotógrafo, pero también es marca comercial y es artista. Además le gusta reafirmar que es fotógrafo periodístico. Ahora, esta combinación de experiencia y cualidades está por celebrar 70 años de vida y 50 años de actividad como fotógrafo.

La cita es en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta y para apoyar la celebración era necesario este diálogo con Aldo Sessa.

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