DIALOGOS › ¿POR QUé RICARDO NAPURí?

Testigo lúcido de una época

 Por Carlos Rodríguez

A los 84 años, el peruano-argentino Ricardo Napurí es un lúcido testigo de la historia latinoamericana. En su libro Pensar América latina (Crónicas autobiográficas de un militante revolucionario), hace un repaso de su vida y de las luchas por la liberación del continente. Hijo de una madre judía de origen lituano y de un padre peruano y campesino, en su niñez y adolescencia fue peón de campo, trabajador agrario y minero en Qanchis Cocha (Siete Lagunas). De Barranca, su pueblo natal, llegó por primera vez a Lima para ingresar a la aviación militar peruana.

Se había enrolado sabiendo que podrían enviarlo, sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, como aviador, a pelear en la guerra contra Japón. “Me salvó la bomba atómica”, relata. De la fuerza aérea lo expulsaron en octubre de 1948 porque se negó a bombardear una rebelión del ala izquierda del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana). Allí empezó su militancia marxista y se hizo seguidor de León Trotsky.

Llegó por primera vez a la Argentina a comienzos de los cincuenta, durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, y a poco de andar cayó preso en la Sección Especial, un centro de detención y tortura de la época, liderado por el coronel Jorge Osinde, uno de los responsables de la Masacre de Ezeiza. Lo sacó de las catacumbas el intelectual marxista Silvio Frondizi, luego asesinado por la Triple A.

Se entrevistó con el Che Guevara un día después del triunfo de la Revolución Cubana. Fue el promotor de una reunión entre el Che y Silvio Frondizi. Por consejo de Guevara –de quien fue colaborador–, volvió a Perú para impulsar la insurrección armada en su tierra natal. Estuvo en la revolución boliviana de 1952, se entrevistó con Salvador Allende en Chile y le aconsejó, sin éxito, que armara al pueblo para defender al gobierno de la Unidad Popular.

En Perú llegó a ser diputado, en 1979, y senador un año después. Como legislador fue uno de los redactores de la Constitución peruana de 1979. En la Argentina fue linotipista, dirigente sindical y periodista en el diario La Razón, hasta que se fue a Cuba y no volvió nunca a la redacción. Fue fundador del MIR peruano, participó con Silvio Frondizi y Marcos Kaplan en el Grupo Praxis y durante diez años fue dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS) de Argentina. Con vistas al futuro, les pone fichas a las figuras de Hugo Chávez y Evo Morales y le pide al gobierno argentino que rescate el espíritu “del primer peronismo” para resistir el avance del imperialismo y de sus agentes locales.

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